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LA MIRADA DE LA SEMANA
Javier Sánchez González
Bruxelles la belle
PUBLICADO

10 de febrero de 2025

En relación con mi artículo anterior, somos muchos los españoles que estamos residiendo temporal o permanentemente en el extranjero. En mi caso, en Bruselas, una ciudad moderna, abierta y cosmopolita. Una ciudad que acoge a muchas de las instituciones internacionales.

Quizá lo curioso de esta capital es que una misma ciudad pareciera que tuviera dos miradas distintas. Una enfocada a las instituciones internacionales con toda una gama de servicios centrados principalmente en el ecosistema europeo, donde se juntan funcionarios, políticos, lobistas, gestores, estudiantes, empresarios, expertos… es la llamada «burbuja europea».  Aquí normalmente se establecen relaciones entre europeos o expatriados que trabajan dentro de esta burbuja.

Luego, aparte, está la realidad belga propia del país. Un país con una rica historia: cultural, patrimonial, social, política y económica. Un país dividido entre valones y flamencos, francófonos y neerlandeses. Un país que parece que siempre está al borde de su existencia, pero que contiene un carácter peculiar que lo hace encantador, incluso a la hora de sacar acuerdos políticos o incluso entre vecinos.

Entre ambos mundos nos podemos encontrar al resto de ciudadanos que, por una razón u otra, no pertenecemos a ninguna de las dos o quizá pertenezcamos a las dos sin quererlo. Es decir, en mi caso soy un ciudadano español que reside en Bélgica donde pago mis impuestos. Pero al mismo tiempo tengo muchos amigos en la burbuja europea y con los que hacemos muchas actividades sociales y políticas. Este es un país de claroscuros, del mismo color que el cielo que cubre Bruselas.

Ahora que he tenido la oportunidad de tener un hijo en Bruselas, me doy cuenta de la inmensa suerte que es poder contar con esa red de apoyo de amigos que te ayudan en los momentos duros. Después del nacimiento, muchos amigos se prestaron a ayudarnos: cocinando para nosotros, visitándonos, ayudando con cosas cotidianas o simplemente invitándonos a cenar o a tomar un café.

Al mismo tiempo, uno se da cuenta de que la solidaridad y la iniciativa de la gente que estamos aquí, con la variedad de perfiles profesionales y personales que hay, es de una riqueza inmensa. Recuerdo cómo mis amigos se activaron para ayudar a los ciudadanos valencianos que necesitaron ayuda tras la DANA. Enseguida los grupos de WhatsApp se pusieron en marcha para recolectar fondos y material para la ayuda.

Por eso quiero enfatizar que la diversidad social de Bruselas es de una enorme riqueza hasta un punto que uno nunca se hubiera podido imaginar poder estar tomando cervezas o metido en proyectos con otra gente con la que, probablemente, en tu país nunca te hubieras encontrado a colaborar, sino que más bien te hubieras quedado en tu círculo en el que te solías mover sin ir más allá.

Espero que con este artículo se animen jóvenes que estén pensando en salir de su círculo para dar el salto y aventurarse a vivir una experiencia fuera. No puedo decir que todo sea bonito, ni mucho menos, pero creo que merece la pena y pesa más lo que se gana que lo que se pierde. ¿Te animas?

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Aquí puedes conocer un poco más a Javier

 

34 91 725 95 30