Vivimos en tiempos de una globalización proporcionada por paradigmas peligrosamente deficientes, de una revolución tecnológica a menudo carente de alma y de orientación ética, de una crisis ecológica que preanuncia irreparables catástrofes sin una adecuada e inmediata conversión de estilos de vida… Ante este contexto, desafíos improrrogables y urgentes nos interpelan sin mucho éxito, evidenciando con esto que la urgencia principal de nuestra época es la de «repensar el pensamiento» (Edgar Morin). En el.