Concluimos en este número la serie “Cumplimos 50”, y se abre otro jubileo, el de los Focolares en España, que se celebrará públicamente el 14 de marzo. Hasta aquí, el editorial de cada mes se ha detenido en un aspecto de la revista (historia, ideario, pioneros, colaboradores, incidencia, etc.). Ahora queremos concluir con la percepción que nuestro entorno más inmediato (la prensa católica) tiene de Ciudad Nueva. Se lo he hemos preguntado a los directores de algunas revistas.
Manuela Aguilera (Crítica) señala que Ciudad Nueva «no sólo nos pone al día de la mucha vida que genera la familia de los Focolares y nos anima a participar de un carisma (...) que hunde sus raíces en la fraternidad y en la unidad, sino que es un signo de esperanza» Añade: «cualquier publicación que propone a los cristianos renovarse una y otra vez en la experiencia del Dios de Jesús (...) tiene mucho que aportar al mundo y a la Iglesia». Y concluye: «Decía el Concilio Vaticano II: “el porvenir está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar”. Por lo tanto vuestro es el futuro».
Juan Rubio (Vida Nueva), por su parte, percibe que «ha fraguado un camino en el que se conjugan diálogo, ecumenismo serio y propuesta de esa Palabra Viva que recrea la comunión. Es por eso por lo que la revista se hace necesaria hoy más que nunca. Es una oportunidad para seguir construyendo una Iglesia más plural y más viva. Los temas elegidos y las apuestas editoriales de la revista logran aportar una gran riqueza al mundo editorial religioso en España y ofrecen puentes para que en las partes pueda relucir el todo».
José Miguel Pero-Sanz (Palabra) piensa que «Ciudad Nueva constituye un referente sereno y seguro, de los que siempre hacen falta en el ámbito de la información religiosa. En este sentido, subrayaría su fidelidad a la Iglesia y su laudable ausencia de tono polémico». También destaca «su amplitud de miras que, trascendiendo de la noticia meramente circunstancial, sabe prestar atención a la actualidad permanente. Lo cual resulta muy valioso dentro de un entorno en el que, a menudo, se confunde lo “urgente” –por lo común, efímero– con lo “importante”, que no suele tener fecha de caducidad».
Jesús de las Heras (ECCLESIA) nos recuerda que «las instituciones, las entidades, los movimientos, los grupos, los colectivos necesitan expresarse y comunicarse entre sí. Necesitan informar, formar y entretener –las tres viejas, clásicas y precisas máximas del periodismo de todos los tiempos– sobre sí mismos y abrir de este modo caminos nuevos». Y en nuestro caso: «nos propone un “ciudad nueva”, es decir, un mundo mejor, un mundo y una ciudad más de Dios, más de los hombres, más de la comunión y de la fraternidad. ¡Felicidades, “Ciudad Nueva”, tu también eres un entrañable e imprescindible púlpito y antorcha de papel. Ad multos annos!»
Miguel Ángel Velasco (Alfa y Omega) dice que percibe la revista «como una indispensable voz entre las muchas que, gracias a Dios, se dejan oír en el mundo de los medios eclesiales de comunicación». Añade: «tiene un plus específico y característico, que considero extraordinariamente necesario para que el concierto de esas voces no se transforme en desconcierto: es lo que yo llamaría el perfume del carisma de la unidad. A cualquier observador atento de la vida eclesial española no le pasa desapercibido la penosa división: tanto la del todo vale y todo da igual, tan perniciosa, como la del yo me hago mi Iglesia a mi gusto, como si esto fuera un self-service. Creo que aportar ese perfume a la información es muy de agradecer, y yo lo agradezco».
Por último, Darío Chimeno (Mundo Cristiano) reconoce que hace años que nos lee, y «se debe a varios motivos, que comento sin orden. El profesional, ya que es una revista de información con inspiración cristiana: me interesa el qué, el cómo y el porqué de lo que publica. El religioso: como cristiano me interesa conocer noticias del movimiento focolar (...). Y por último, un motivo personal: leer Ciudad Nueva es leer una revista alegre, con fotos sonrientes. Si se pudiera poner un subtítulo a la revista, la llamaría así: Ciudad Nueva, un revista que sonríe».
Gracias a todos, también a los que no han llegado a tiempo.