¡Basta! Tanto en nuestro país, en el que cada vez se acusan más los efectos de los recortes, del paro, el hastío hacia la clase política, empresarial y bancaria por los escándalos de corrupción, etc...
¡Basta! Tanto en nuestro país, en el que cada vez se acusan más los efectos de los recortes, del paro, el hastío hacia la clase política, empresarial y bancaria por los escándalos de corrupción, etc. como en muchas otras partes del mundo el grito general es: ¡basta ya! Es un grito de rebelión y un llamamiento. Con ese grito pedimos que vuelva la esperanza, que acabe la violencia, la explotación; pedimos recobrar el valor para aprender a vivir en armonía.
Es absolutamente necesario que nos centremos en lo que nos une y no en lo que nos divide. Necesitamos una verdadera cultura del diálogo basado en el respeto mutuo a partir de las relaciones personales, en el día a día.
El diálogo no es un ejercicio mental, ni una competición ni tratativas en vistas a un acuerdo. El diálogo es un estilo de vida. Cuando opto por amar a pesar del esfuerzo que me supone dar el primer paso, me encuentro embarcado en una revolución silenciosa en la que los caminos llevan al otro, a establecer relaciones fructíferas basadas en la dinámica de la reciprocidad.