
Su hermana mayor, con diversidad funcional, le inspiró a dedicarse a la educación especial
Mi hermana mayor era una persona con diversidad funcional; murió hace cinco años.
Desde que nació, aprendí a quererla, a jugar con ella y a relacionarnos como hermanas. Sus límites eran más numerosos que los míos, pero su manera de ser, tan especial, me enseño a mirar a la persona y no sus limitaciones.
Esta vivencia familiar me llevó, de manera natural, a interesarme por las personas que, como mi hermana, necesitaban más apoyo, atenciones y cuidados que la mayoría. Y fue esto lo que me hizo decidir emprender aquellos estudios que me capacitaran para trabajar con y para personas con diversidad funcional.
Desde hace un año, tengo la suerte de poder trabajar como educadora en una escuela de educación especial.
Poco a poco, me voy dando cuenta de que para trabajar con personas especiales se requiere también una educación especial; es decir, los aprendizajes que hago, a través de los estudios que realizo, son imprescindibles para intentar ayudar a niños y niñas con diferentes tipos de trastornos; para que desarrollen, tanto como sea posible, sus capacidades, pero la experiencia vivida con mi hermana me aporta algo más: una mayor capacidad de amar a cada niño de manera única, personal, singular.
El mirar de manera única a la personita que es cada niño y cada niña, para intentar explorar si juntos podemos avanzar en algún aspecto que pueda ayudarlo a desarrollar sus posibilidades de autonomía personal, no es para mí ninguna novedad: aprendí a hacerlo de la mano de mi hermana y de mis padres.
En este camino de aprendizaje, cada pequeño paso es todo un éxito. La tarea del equipo educador es muy importante, así como la buena coordinación y colaboración entre todos los que lo componemos. En las reuniones, no se habla de materias, ni de exámenes o calificaciones, sino de los pequeños objetivos en que todo el equipo se compromete a trabajar para el bien de cada uno de los niños.
Hoy, Juan ha dicho 'hola', ¡qué alegría! Esta tarde, la Fatou ha compartido el juguete con Laura, ¡un gran progreso! David controla mucho mejor sus esfínteres, ¡un logro de gran importancia!
Es una educación para la vida, una educación especial que necesita la tarea conjunta de educadores, especialistas y familias, con la mirada fijada únicamente en un mayor grado de bienestar para el niño o la niña.