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LA MIRADA DE LA SEMANA
Ana Moreno Manuel Toribio
Ocultos, pero en su sitio
PUBLICADO

06 de enero de 2025

Como en muchos hogares, también nosotros hemos puesto en un lugar destacado de casa un motivo que evocara la Navidad. Se trataba de un Misterio muy delicado, frágil escayola, que una amiga había pintado para nosotros como regalo de bodas.

Al colocar las figuras pusimos detrás del Niño a la mula y al buey, animales, que, según la tradición, calentaron a Jesús en el pesebre.

No consta que realmente estuvieran en el establo donde fue el parto, son poco relevantes, pero cobran protagonismo al ser una fuente de calor en una fría noche de diciembre. Es el mismo papel asignado a los anónimos pastores, mientras que el protagonismo lo acaparan los Reyes Magos que esos sí tienen su propio nombre como bienhechores, o Herodes como déspota cruel que mata a los inocentes, personajes todos ellos en tantos belenes familiares, como aquellos de nuestra infancia. Milagro que nuestras madres hacían realidad. El papel de platina convertido en agua, carbón en rocas, serrín en tierra y musgo en vegetación. Pequeñas casitas, figuritas pequeñas, los oficios varios, los soldados romanos, las gallinitas, el puente y un molino con aspas. 

Esto nos ha hecho pensar en esas figuras de segunda fila, acompañantes, colaboradores, que hacen su papel en silencio y que no molestan pero que son necesarios y a veces imprescindibles.

Podemos pensar, por ejemplo, en el taller del pintor Murillo. Sin sus ayudantes y colaboradores no hubiera sido capaz de producir su ingente obra pictórica.

Otro ejemplo, también en el mundo del arte, podría ser el del escultor Jaume Plensa. Vimos un documental, en el programa “Imprescindibles” de la 2, del proceso de colocación de una de sus grandes cabezas en Nueva York. El genio es sin duda él, pero sin las personas que le ayudaron en el taller a la realización, en el transporte y en la calle a la colocación, no podríamos disfrutar de estas obras de arte. Y este escultor aún va más allá cuando afirma que no da por concluida una obra hasta que el público espectador la hace suya.

Y así podríamos ver tantos ejemplos. La conclusión es que en la vida son necesarias las personas “geniales”, las que brillan por sus cualidades de todo tipo, pero no son menos importantes los “segundones”; nosotros, personas sencillas y simples que con nuestra humilde aportación podemos colaborar en la construcción de un mundo mejor y más bello.

Es un nuevo liderazgo, el de las personas normales y corrientes, que llevan una vida rutinaria y anodina. Van todos los días a su trabajo, lo hacen lo mejor que pueden en su responsabilidad silenciosa. Compran el pan de cada día, hacen la comida, se ocupan de los hijos y de las personas mayores que dependen de ellos.

No aspiran a colgarse medallas, sino a un merecido descanso cuando el día termina y confortados entre las sábanas de la cama que todas las mañanas hacen, tratan de conciliar el sueño.

Y de nuevo volver a empezar. Eso sí, tienen sueños e ilusiones, proyectos de otra vida mejor pero son realistas y asumen la suya propia con plena aceptación.

Son seres anónimos, a veces tristes y otras alegres, pero siempre adelante mientras los cuerpos aguanten. Hacen números con los salarios que perciben, los estiran hasta que termine el mes. Saben que no pueden desfallecer, héroes de lo cotidiano.

Son los que saludamos por la mañana cuando nos los encontramos en el rellano del ascensor de nuestros bloques de viviendas, los que no escatiman un “buenos días” o un “adiós”.

Rostros difuminados entre las aceras, luciérnagas en la noche, casi transparentes a pleno sol.

Nuestro hijo, que no es practicante de religión alguna, vino emocionado de una homilía que escuchó en la boda de un familiar. Es un pasaje de una carta de san Pablo a los filipenses, en la que se afirma que Jesús se despojó de su rango. Y lo comentamos juntos. ¡Qué buenas palabras para convertirlas en “leitmotiv”! Despojados, desnudos, inermes.

Humildad, sencillez, pasar desapercibido pero ser, estar en el lugar indicado y en la hora oportuna. Ocultos y en su sitio, como debe ser.

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