Iniciar sesión
Debe iniciar sesión para poder comprar libros y acceder a la información para suscriptores de la revista LAR.
Mail*
Contraseña*
¿Aún no tienes cuenta?
Regístrate y crea una cuenta
¿Olvidaste tu contraseña
Mail*
Le enviaremos un correo electrónico para restablecer su contraseña.
LA MIRADA DE LA SEMANA
Antoni Pedragosa
¿Declaración Universal u Occidental de los Derechos Humanos?
PUBLICADO

03 de febrero de 2025

Naim hace 20 años que reside en nuestro país. Habla aceptablemente nuestra lengua y vive y trabaja en un pueblo de El Baix Montseny. Tiene siempre un punto de sonrisa en la cara que facilita el contacto con él. Habla poco y lo que dice tiene siempre un contenido que hace reflexionar. 

Se ha integrado en las costumbres del pueblo, y participa activamente en los actos de la fiesta mayor. Ha aprendido a jugar al frontón y lo hace bastante bien. Los días de fiesta hay mucha gente que quiere jugar y hay que esperarse sentados en una grada. Yo saco la raqueta de la funda y me cae al suelo un cuaderno que pone en la portada: "Declaración Universal de los Derechos Humanos". 

Naim lo recoge de tierra, lo mira y con la cabeza hace una negación. Le pregunto el porqué de aquella desaprobación, y me dice: no es declaración universal de los derechos humanos, sino declaración occidental de los derechos humanos. Y me dice: No podemos hablar de derechos humanos universales, mientras haya una parte del mundo bienestante, y otra parte sufriendo sufrimiento y pobreza. Y me explica que su primo que trabaja en las minas de bauxita de su país, cobra el equivalente de 12 euros diarios, y el valor de la bauxita extraída, se lo lleva Francia, cuando es un mineral de su país.

Estas palabras de Naim ponen de manifiesto una triste realidad: que el bienestar de unos genera la pobreza de otros.

Naim nos explica que para salir de su país, Guinea, caminó dos años por el desierto, seis meses por Marruecos, y luego la incierta aventura de atravesar el mar y llegar a esta tierra. Dice que el sufrimiento del viaje ha valido la pena, aquí tiene seguridad, trabajo y una vida digna.

¿Por qué existe esta diferencia entre países bienestantes y países pobres? Sencillamente, es la señal que ha dejado el colonialismo. Estas diferencias injustas se podrían superar. Solo habría que pactar el precio de los productos en igualdad de condiciones, para equilibrar beneficios. Pero los monopolios no aflojan ni renuncian a sus privilegios. 

Aunque parezca extraño, debemos aprender del indigenismo quechua y aimara de los Andes, que proclaman la igualdad de bienes para todos. Todos iguales en recursos y en dignidad, y cuidado atenta de aquel que lo necesita. 

También la filosofía Ubuntu africana habla de la igualdad en la sociedad humana. Los que desde Occidente calificamos a la ligera de sociedades primitivas, nos dan una lección de ética humana. Esperamos que algún día lo lleguemos a aprender.

34 91 725 95 30