Estos días he estado pensando en qué difícil pone las cosas el neurótico y la vida que lleva. Para quien no lo sepa, cuando hablamos de personas neuróticas nos referimos a aquellas que tienen un conflicto interno con lo que son y lo que deberían ser. Este pensamiento, propiamente freudiano, fundamenta el padecimiento de dichas personas. Para que nos demos cuenta, la mayoría somos algo neuróticos ya que sostenemos en nuestro día a día diálogos internos que refieren en el fondo  a lo mismo: soy esto, quiero esto, pero debería ser y hacer esto otro.

 

Al hilo de los Premios Goya y la película ganadora de este año, Campeones, que por cierto, y sin ser crítica de cine, es realmente fabulosa, me quiero servir del personaje Marco, el segundo entrenador de un equipo de baloncesto. Marco, representa a una gran mayoría de nosotros. Es un hombre que se debate entre lo que es y lo que debería ser, es decir, «el yo y el  ideal del yo». En algunos momentos la película deja entrever su personalidad: no conforme con ser segundo entrenador en el equipo de baloncesto, una constitución física poco frecuente para este deporte y muchas ganas de llegar más lejos. En su vida personal cuenta con una mujer comprensiva que lo ama, sin embargo no se siente merecedor de su amor. También es verdad que arrastra el abandono de su padre, y de ahí seguramente su incapacidad de cuidar de los demás. Pero lo que quiero señalar es su insatisfacción e inconformidad con su vida en general. Todos estos pensamientos son el reflejo de un neurótico que lucha por ser diferente, por imponerse metas altas, y no me refiero a su estatura. 

 

Pues bien, creo que viene al tema este personaje, no solo por su conflicto, sino también por la manera en que comienza a resolverlo. Despeja sus dudas sobre sí mismo y sus frustraciones a partir del momento en que se ocupa de otros, del equipo Los Amigos. No es sencilla la tarea, sin embargo lo intenta y reencuentra su ser, vence sus propios miedos y, como se dice coloquialmente, comienza el camino para superar sus «neuras». Marco es un ejemplo de nuestros propios conflictos, que inconscientemente ocupan buena parte de nuestro día y en varias ocasiones nos pueden sumergir en un ensimismamiento negativo, y si me permiten la palabra, contagioso a nuestro alrededor.

 

Es importante establecer subjetivamente cuáles son nuestras «neuras» e incapacidades que provienen del conflicto de un yo que lucha por mejorar. Si esta tensión interna es continua, puede resultar incapacitante, limitadora, generando un precario bienestar emocional propio y relacional. Existen muchas enfermedades que derivan de esta dinámica     del yo, una afectación de los órganos, lesiones o trastornos específicos.

 

Así pues, mi invitación es: más conocimiento y aceptación de lo que somos, de lo que podemos llegar a ser, pero en compañía de los demás, los cuales nos pueden enseñar otros caminos para equilibrar esta tensión interna… O quizás no, eso ya depende de nuestro grado de consciencia.