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Contracorriente

Félix Mercado

Ir a contracorriente siempre ha requerido esfuerzo, pero los jóvenes tienen recursos adaptados al tiempo que les toca vivir. Es fundamental avanzar «en cadena».


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En una escena de la película El expreso de media noche, basada en hechos reales acaecidos a un joven norteamericano en 1970, el protagonista es detenido en Turquía por tráfico de drogas y en prisión pasa un auténtico calvario. Ya avanzada la narración, se produce una escena que le da la vuelta a la historia: mientras todos los presos giran alrededor de un punto central en una lúgubre sala, el joven decide girar en sentido inverso, contracorriente, y a partir de ese momento empieza su liberación.
Identificar la corriente no siempre es fácil, sobre todo en un nivel cultural. Es decir, ¿cuáles son los elementos que constituyen el caldo en el que uno está cocinándose como persona? Y si no los identifico, no podré saber si estoy de acuerdo con ellos, y menos aún combatirlos si es que no los comparto. Simplemente, me dejo llevar por la corriente.
Algunos adultos creen que la gente joven hoy lo tiene más difícil para defender sus ideas o su estilo de vida, pensando que la corriente es más fuerte que en tiempos pasados. ¿Es así? No lo sé. Está el caso de esos tres estudiantes noruegos que han diseñado una aplicación para el móvil cuya finalidad es impedir que el aparato los distraiga mientras estudian: cuanto más tiempo pases sin usar el móvil, más puntos acumulas, y luego los canjeas por entradas de cine, consumiciones en el bar, material escolar… La aplicación ha tenido éxito e incluso grandes empresas apoyan el proyecto. Conclusión: estos jóvenes han sabido identificar la corriente que los arrastra (dependencia del móvil) y ponerle remedio con las mismas armas que los atacaban.
Félix Mercado
 
 

Cuando de religión se trata

En tema de religión (o de profundas convicciones), ¿qué joven no tiene que soportar cierta discriminación por sus creencias? ¡Que levante la mano! Nadar contra la corriente les supone un reto y no hay mejor manera para que no te arrastre que «formar una cadena». 
Eso es lo que he visto recientemente en un «Congreso Gen», de los jóvenes los Focolares. Sus historias y su esfuerzo por mantener sus convicciones son de lo más edificante. Tienen recursos y son conscientes de que avanzar «en cadena», unidos metafóricamente de la mano, es más acertado. ¿Será que están superando la era del individualismo? A modo de ejemplo, aquí va lo que cuentan la madrileña Isabel Martínez y el sevillano Alonso Seoane.
 
Isabel Martínez: «Los congresos para mí son como una carga de energía. Es un momento para volver a empezar, recordar cómo quiero vivir mi vida, y vivirlo en unidad. Me da fuerzas para no rendirme. Llevo toda mi vida en los Focolares y solo se lo he contado a mi grupo cercano de amigos. La mayoría suelen estar poco interesados, me piden que les explique quién es esa gente con la que me reúno y ya está. Muy pocos han estado verdaderamente interesados.
»Por desgracia, he tenido algunos problemas cuando he querido contar cómo intento vivir. Algunos me han tachado de ingenua y de infantil por creer que la vida en unidad pudiera pasar, y que me estaba mintiendo a mí misma por creer que la gente pudiera pensar igual que yo. Otros ni siquiera me han dejado explicarme; solo se reían, cortaban la conversación y me dejaban de hablar. Aun así, esto no me desanima. Las experiencias que tengo gracias a los gen y a todos los que me rodean son tan maravillosas que, por mucho que el resto de mis amigos no lo entienda, no me impide amarles ni vivir mi ideal con ellos sin necesidad de decírselo».
 
Alonso Seoane: «Fui sin esperar nada, queriendo que el congreso me sorprendiera a mí, y fue eso lo que pasó. Hay un dicho: “Si dejas todo en la mano de Dios, verás la mano de Dios en todo”. Y así sucedió, vi a Dios en todos y cada uno.
»Comprendí que diversidad es sinónimo de enriquecimiento. Donde no llegas tu, llega el otro. Ver la vida de manera diferente al otro y comprender la suya hace que termines viéndola de dos formas distintas. Para ello, tienes que vaciarte por completo y aceptar la idea de la otra persona como si fuera tuya, sin prejuicios, con la finalidad de comprenderla y buscar los puntos que unen, obviando las barreras, juzgando justamente. Esta idea tan aparentemente sencilla la he experimentado con gente antagónica a mi ideología y mis valores, a quienes quizás nunca hubiera pensado que los consideraría amigos. Pero en un clima de fraternidad y unidad plena, dejando en la maleta los miedos, las vergüenzas, sucede. Y es tan bonito, indescriptible, tan ajeno al ojo humano, tan imposible de palpar, que solo se puede sentir y ver cuando uno se vacía y se muestra como es, sin tapujos, dando la vida de manera radical por el otro. 
»Los gen tenemos que ser como la flor del diente de león, que da su vida para generar una nueva sin saber dónde puede caer, si será un terreno fértil o no, sin temor, porque su único fin es dar vida. Extrapolando esto a nuestra persona, tenemos que darnos, porque aunque no nos lo esperemos, somos luz para otras personas y no nos podemos apagar si no vivimos lo que Jesús nos dejó. El tesoro más preciado, el amor».




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