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Mantener la mente ágil

Ángel Toral

Es frecuente que, al pasar los años, se vayan perdiendo algunas capacidades mentales, y de manera especial la memoria.
Es frecuente que, al pasar los años, se vayan perdiendo algunas capacidades mentales, y de manera especial la memoria. Esas pérdidas, del todo normales, suelen consistir en olvidos como los siguientes: • Nombres de cosas o personas: «Lo tengo en la punta de la lengua». • Dudar si se ha realizado ya una acción automática: «¿He apagado la luz al salir de casa?». • Dónde se dejan ciertos objetos: «¿Dónde habré dejado las llaves?». • Lo que ocurrió en los últimos días: «Recuerdo mejor lo que pasó hace 40 años que lo que comí ayer». Si se siente reflejado en estos ejemplos, es importante que recuerde que son normales con la edad, aunque esto no significa que no haya que hacer nada, pues si no ejercitamos la memoria, cada vez tendremos más dificultades para recordar, y el conseguir que nuestra mente siga ágil es una conquista que nos mantiene dueños de nosotros mismos. Éstas son algunas acciones concretas que uno puede realizar con el fin de ejercitar la mente: • Leer, escribir y conversar todos los días. • Ocuparse personalmente de la correspondencia y del papeleo bancario. • Utilizar las nuevas tecnologías: correo electrónico, internet, teléfono móvil, etc. • Asistir a clases de estimulación de la memoria, que las suelen organizar algunos centros de salud, los ayuntamientos, los centros de jubilados, etc. • Realizar actividades culturales y de ocio. • Aprender cosas nuevas. • Seguir informados diariamente mediante la prensa, la radio y la televisión. • Relacionarse con otras personas: charlar con los demás, escucharlos e interesarse por ellos tiene un claro efecto beneficioso sobre nuestra mente. • Mantener la curiosidad y las ganas de aprender. • Cuidar nuestra salud general. Hacer ejercicio físico, tener una nutrición adecuada, controlar la tensión arterial, la diabetes y el colesterol, y evitar el consumo excesivo de alcohol tiene todo ello una repercusión también en la salud mental. La demencia senil no es el paso siguiente a las pérdidas que hemos mencionado, sino una enfermedad que, además de fallos en la memoria, se acompaña de síntomas en otras esferas: orientación, comportamiento, etc. En caso de duda, conviene consultar con el médico. Por tanto, no hay que alarmarse ante los fallos de memoria aislados. Además, hay que ser conscientes de que, con la edad, es normal que se produzcan cambios en nuestra actividad mental, por ejemplo: • Se necesita más tiempo para aprender cosas nuevas. • Se tiene mayor dificultad para memorizar datos cuando nos falla la atención ante situaciones de estrés o preocupación. • Cuesta más adaptarse a los cambios. • Se es más lento para tomar decisiones ante sucesos imprevistos. Nunca hay que dejarse bloquear por estas pérdidas, y sobre todo conviene no disminuir la actividad mental, pues lo que no se usa se “oxida”. Ocurre lo mismo que cuando un anciano deja de salir a dar sus paseos: cada vez le costará más caminar. Lo importante –¡y esperanzador!– es que, con un entrenamiento adecuado, las capacidades mentales se seguirán manteniendo en forma durante mucho más tiempo.



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