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Tras las huellas

Ángela Aláez

Genfest
El Genfest, la fiesta mundial de los Jóvenes por un Mundo Unido, está a punto de comenzar en Budapest, el primero fuera de Italia. Antes de dar cuenta de él en el próximo número, hemos querido conocer cómo han marcado anteriores ediciones a los que han participado en alguno de ellos. Leonor Marín asistió al Genfest de 1975. Le impresionó mucho que una joven la ayudara a pagarse el viaje porque no tenía dinero suficiente. Al llegar a Roma y ver a tantísimos jóvenes, sintió que no estaba sola: «El camino que había elegido, seguir a Jesús, era apasionante y cada uno en el lugar donde estuviese teníamos ese mismo Ideal». La experiencia de estar con tantas personas de países, razas y lenguas diferentes le confirmó que lo más importante era el lenguaje del Amor. Las palabras del Evangelio «Que todos sean uno» no eran algo impensable. Participar en un Genfest es una de las cosas más bonitas que le han pasado a su hermana Pilar. Participó en varias ocasiones y fueron experiencias inolvidables. Prepararse ya suponía un reto: «Junto con otros jóvenes teníamos que exprimirnos el cerebro para sacar un dinerillo haciendo cosas variadas, y a veces con un poco de corte, pero apenas lo superaba, me daba cuenta de que daba un paso más en la construcción de ese Genfest en el que habría personas mucho más necesitadas que yo que también querían asistir y no siempre lo conseguían». Le recomienda la experiencia a cualquier joven, ya que «merece la pena ver a tantos jóvenes y de distintos sitios que luchan por un mundo unido». Marcella Giglio, italiana que ahora reside en España, participó en cuatro Genfest consecutivos desde 1980. El primero tuvo lugar en el Estadio Flaminio de Roma con unos cuarenta mil jóvenes y le llamó la atención el aire de fiesta que allí se vivía. Fue allí donde conoció el ideal del mundo unido y supuso una inyección de esperanza para ella. El Genfest que más le marcó fue el de 1990: «El Palaeur de Roma se quedaba pequeño para acoger a un boceto de mundo unido ya hecho realidad. Por primera vez, el Este europeo estaba presente ahí también físicamente; acababa de caer el muro de Berlín y podíamos sentirnos protagonistas de la historia. De verdad, más allá de credos políticos, religiosos, ¡el mundo unido estaba allí! Como estudiante de Políticas que era en ese momento, ¡no podía desear nada mejor!» A Pepe Alonso le invitaron al Genfest del año 85. Supuso un choque importante desde el punto de vista espiritual, ya que pertenecía a una parroquia de nivel medio-alto y se encontró con una nueva manera de vivir el cristianismo. «Me impresionó mucho encontrarme con 16.000 jóvenes que querían vivir de una manera que yo no conocía hasta ese momento». Cuando regresó a Sevilla comenzó a participar en las actividades del Movimiento de los Focolares y desde entonces es un miembro activo. Además, gracias a este encuentro de jóvenes, conoció en Roma a la que ahora es su mujer y con la que ha formado una familia con dos hijos, a los que han intentado educar en el ideal del mundo unido. El Genfest de 2012 también hará historia. No sólo por las vivencias que dejarán huellas imborrables en los jóvenes participantes, sino también porque con él se lanza un observatorio permanente sobre la fraternidad universal. Este proyecto, promovido por los jóvenes del Movimiento de los Focolares, se centrará en las acciones y políticas fraternas que se lleven a cabo en los distintos estados y culturas. Se valorarán los progresos que hace la humanidad hacia la cohesión social, la paz, la solidaridad, la acogida, y pondrá de relieve las acciones positivas.



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