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Un éxito polémico

Ana Moreno Marín

Familia: el tema del año
La “Fiesta de las familias” del 30 de diciembre fue un evento controvertido. Casi dos millones de personas en la madrileña Plaza de Colón mostrando que la familia cristiana sigue siendo representativa de la sociedad española. Miles de fieles creen en ella y así lo manifestaron con su presencia... y sus testimonios: supimos de matrimonios que viven su vocación cristiana con fe y alegría, dificultades incluidas. Más de cuatro horas. Hubo conexión en directo con el Papa, que leyó un mensaje para la ocasión: «Os aliento a que, inspirándoos en el amor de Cristo por los hombres, deis testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio y la familia». La familia, célula social básica, “primera agencia de paz”, escuela forjadora de valores fundamentales, ha sido el tema del Papa en su discurso para la 41ª Jornada Mundial por la Paz, y es una de las líneas básicas de la Iglesia en este 2008. Y, sin embargo, parece estar perdiendo vigencia. El estudio del CGPJ sobre los primeros 9 meses de 2007 habla de 96.700 divorcios, el doble que en 2004; por contra, las separaciones han disminuido un 84%, es decir, más de 7.600. Según el INE, de las más de 211.000 bodas de 2006, el 44% fueron civiles; en 2000 suponían el 24%. Y también aumentan las parejas de hecho. Se podría decir que la familia hoy no está de moda, que casarse no se lleva, o que resulta casi imposible. De hecho, el matrimonio cristiano ha descendido un 20% en los últimos seis años. Sin duda, son algunos de los motivos que llevaron a proponer la Fiesta de la Familia, que según la CEE fue “un gran éxito”. Más allá de la controversia posterior, que huele mucho a politiqueo electoralista, a oportunismo y descalificación gratuita, a prejuicio prehistórico y a incapacidad de aceptar la crítica..., lejos de señalar a otros, creo que deberíamos hacer autocrítica. Se ha dicho que la Iglesia está desenganchada de la sociedad, pero actos como el del día 30 muestran que no es del todo cierto. La disminución de matrimonios cristianos y la animadversión creciente contra la Iglesia dejan ver que hemos de hacer algo más. En primer lugar, dar testimonio con los hechos, que son los que conquistan corazones y suscitan vocaciones. No parece casual que el Papa haya elegido como tema del año la familia. Es piedra angular de la sociedad, «ámbito de un amor que va y vuelve, de comunión, de fecundidad y ternura», dice Chiara Lubich en su mensaje. «Y si es grande su designio –añade–, igualmente grande tiene que ser el compromiso para realizarlo». La promesa de amor entre los cónyuges debería ser indestructible, sea en un matrimonio civil o cristiano. Pero la realidad es otra. Basta ver la pirámide de población española para afirmar que es necesario invertir en familia. Sin ellas, no hay futuro. El Estado debe apoyar más a la familia. Y la Iglesia, y nosotros por la parte que nos toca, deberíamos ser capaces de testimoniar no sólo la legitimidad de la vocación al matrimonio, sino su belleza y su potencia, fuente de felicidad y plenitud. Actos como el del día 30 son motivo para seguir luchando por la familia, nunca contra ella. Pero hagámoslo con la vida.



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