Hay formas...
A propósito de los carteles publicitarios sobre el aborto que se suelen ver, hace poco me di el gusto de felicitar a una asociación provida por el último de había elaborado, porque me ha gustado mucho. No puedo decir lo mismo de otras publicidades.
No me parece que, en cuanto cristianos, podamos defender una realidad tan bella como la vida con una imagen violenta y de muerte. Es como hablar de paz y armonía en un entorno sucio, desordenado y gritando para transmitir la idea: la forma de presentarlo no es coherente con el contenido.
Recientemente escuchando a Antonio Mª Baggio, que asesoró a ciudadanos y políticos portugueses en su campaña en defensa de la vida, aprendí que una de las claves del éxito de la campaña provida en ese país fue el compromiso de eliminar las imágenes violentas en los carteles, que generan rechazo automático en los abortistas y desasosiego en los defensores de la vida. Llegaron incluso al extremo de convenir no utilizar el color rojo ni siquiera en las letras, por la vinculación que tiene este color con la sangre y la violencia.