El Foro de Laicos, del que forman parte más de cincuenta asociaciones y movimientos católicos, celebró el pasado 24 de abril su jornada de reflexión anual, que esta vez versó sobre «El tiempo que vivimos. La crisis económica».
Ciertamente la prensa diaria no se hace eco de este tipo de eventos, y se entiende, porque no generan noticias al uso. Pero vale la pena saber que ante la crisis actual, que no es sólo económica, los cristianos tienen algo que aportar.
Camino Cañón, actual presidenta del Foro, delineó con sus palabras de apertura el alcance de la jornada: «Buscamos la iluminación de la Iglesia en sus documentos y en sus realizaciones para animarnos a un compromiso transformador de nuestra sociedad en la dirección de la justicia evangélica, que incluye caridad, misericordia, gratuidad, perdón». Lo primero se plasmó en una exposición del documento de la CEE del 27 de noviembre de 2009, «Declaración ante la crisis moral y económica», a cargo de D. Francisco Cases, obispo de Canarias, que da voz al Foro en la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar. Y en cuanto a las realizaciones, un panel variado permitió «evidenciar ejemplos valiosos de líneas concretas con las que la Iglesia en sus asociaciones y movimientos se está comprometiendo con la crisis», dijo Camino Cañón.
Conocer el funcionamiento de la Banca Ética así como la existencia de una red de empresas que siguen el paradigma de la Economía de Comunión suscitó gran interés y al mismo tiempo el deseo de difundir estas iniciativas económico-financieras, ambas en la línea que Benedicto XVI traza en su encíclica Caritas in Veritate. Del mismo modo la presentación de una red de familias que apoyan a otras en situación de precariedad y la dinámica de albergues para personas sin hogar, como el San Martín de Porres de Madrid, mostraron modos asequibles de cooperar a generar esperanza en personas y colectivos especialmente afectados. Fueron todas ellas unas aportaciones bien documentadas y avaladas por la experiencia, lo cual subraya su credibilidad, suscitando confianza en los participantes, que en un clima más que cordial supieron escuchar y valorar los bienes de los demás.
Los movimientos y asociaciones han hecho ya mucho camino en el diálogo y conocimiento recíproco, y en estas páginas hemos dejado constancia de ello. Por tanto es lógico que los participantes en esta jornada de reflexión hayan valorado positivamente la comunicación abierta, plural y fluida que pone de manifiesto los lazos de comunión que estos encuentros crean, así como la coincidencia en cómo idear modos alternativos de acción económica y en ayudar a paliar la situación actual. Participando en esta jornada no he hecho la experiencia de escuchar muchas cosas, sino de vivir junto a los demás un momento importante de la vida de la Iglesia, de sentirme con todos los demás Iglesia.