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Manual para españoles sin complejos

Javier Rubio


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Entre los cuadros que custodia el Museo del Prado de Madrid está el Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán. El cuadro, obra de Pedro Berruguete, fue pintado entre 1491 y 1499, cuando Domingo de Guzmán llevaba muerto 270 años. Santo Domingo había actuado en Francia contra la herejía albigense, pero «el estilo de su predicación […] era el de un largo y paciente diálogo o una discusión formal y académica usando argumentos, no puniciones», explica el dominico Juan José de León Lastra. Santo Domingo nunca fue un inquisidor y menos aún el fundador de la Inquisición. Probablemente, el hecho de haber predicado en lugares donde más tarde la Inquisición actuó con fuerza «puede haber sido la razón para concederle, sin más argumentos, el título de “primer inquisidor”. Nada más lejos de la realidad. En aquel tiempo era un predicador contra la herejía pero no tenía ningún mandato pontificio», afirma la estudiosa María del Pilar Blanco.
Berruguete no podía imaginar que su cuadro ilustraría, a veces como portada, muchas de las publicaciones sobre las atrocidades de la Inquisición española. Este hecho anacrónico (para algunos, una forma de falsear la historia) lo citan los autores del último libro publicado para contrarrestar la Leyenda negra española. Se trata del Manual para españoles sin complejos, de Juan Sánchez Galera y Pedro Fernández Barbadillo, ambos doctores en Derecho, y con su libro invitan a releer la historia a partir de los documentos, que no de las leyendas ni del imaginario colectivo. Su intención, dijeron cuando presentaron el libro hace unos meses, «es aportar razones a los españoles acomplejados para alzar la cabeza y responder a todas las mentiras que quieren hacernos creer». Para ello abordan tres famosos episodios de la historia de España: la expulsión de los judíos, la Inquisición y la conquista y evangelización de América. También añaden un capítulo sobre algunas aportaciones y eventos importantes para la humanidad por parte española. 
Volviendo a la Inquisición, Galera y Barbadillo sostienen que la española fue la última en la historia, la que causó menos muertos y la más tolerante. Mucho antes de ser instituida en España, la Inquisición había combatido las herejías en Sicilia desde 1220, luego en otras partes de Italia, Francia e Inglaterra. Uno de los procesos más conocidos es el que llevó a la hoguera a Juana de Arco en 1431. Las investigaciones de estos dos autores les permite constatar la condena a muerte de unas cuatro mil personas a lo lardo de 350 años, la mitad de ellas en los primeros años. Y cabe señalar que no todas fueron ejecutadas, ya que muchos imputados se declararon arrepentidos. La cifra, aunque alta, no es comparable con los 200 mil muertos que causó la persecución contra los católicos Inglaterra o el número de brujas llevadas a la hoguera en el norte de Europa.
Hoy nos cuesta imaginar una Inquisición «tolerante», pero dicen Galera y Barbadillo que en aquellos años «la tortura y la pena capital eran medios frecuentes en los procesos civiles de criminales comunes, mientras que en los tribunales de la Inquisición eran una excepción». De hecho, está documentado que muchos delincuentes comunes confesaban crímenes contra la fe para poder ser juzgados por la Inquisición.
Siempre ha habido leyendas negras  y las sigue habiendo, aunque elaboradas con medios mucho más sofisticados. Por eso hace falta un trabajo serio y cuidadoso de revisión para conocer mejor la historia.




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