logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

Valorar de forma justa los trabajos

Jesús Laso


pdf
He vuelto a leer con más detenimiento e interés el artículo ¿Podemos mejorar el trabajo?, firmado por Vicente Salas, que se publicó en el número de abril de Ciudad Nueva. Al comentarlo con otras personas, he llegado a la conclusión de que algunas cuestiones de ese artículo se pueden matizar, y también completar.
Básicamente mi interés por el tema nace de mi propia experiencia durante más de veinticinco años en una empresa que se inspira en los principios de la Economía de Comunión (EdC) y de la que fui fundador, pero también tengo en cuenta mi experiencia previa como trabajador asalariado. Y desde mi punto de vista existen visiones de la empresa y del propio trabajo más esperanzadoras, que han nacido ya hace años y que se van consolidando gracias a las demandas sociales.
 

Trabajo para y con

La Economía de Comunión quiere potenciar empresas que compartan sus beneficios con los más necesitados para asegurarles un puesto de trabajo y una subsistencia digna. Desde esta visión el trabajo no es algo exclusivo de la persona que lo realiza, sino un medio para relacionarse con otros, porque va dirigido a alguien (trabajo para) y se ejecuta junto con otros (trabajo con). Por ello, a pesar de que existen trabajos monótonos con poco control por parte del trabajador, siempre hay espacio para un momento creativo, especialmente cuando el trabajo se considera una actividad para entregar un producto o servicio a una persona con la que puede establecerse una relación. Así lo experimenté en una ocasión en que me habían apartado de las líneas de decisión. Al pensar en el otro pude encontrar actividades que diesen sentido a las horas que dedicaba al trabajo. 
Dado que los beneficios de una empresa que se inspire en los principios de la EdC son para compartir, no tiene sentido para el empleador apropiarse de los resultados del trabajo de otro y tomar todas las decisiones individualmente. Además del sueldo, una empresa EdC hace partícipe al asalariado de un proyecto colaborativo. Existen por lo tanto incentivos relacionales, se forma parte de una familia, se lleva adelante proyectos conjuntos para el bien de la sociedad, etc.
 

Beneficios y valores

Las empresas de EdC no tienen un objetivo egoísta de maximización de beneficios para los accionistas y se suman a otras empresas con propósito que tienen objetivos más grandes. Estos casos aumentan y a menudo son auspiciados por los consumidores, que cada vez más piden información antes de realizar sus elecciones. Véase, por ejemplo, la publicación de balances sociales que se exige a empresas con un determinado nivel de facturación, obligándolas así a valorar más aspectos que los meros resultados. Es evidente que una empresa sin beneficios no sería sostenible, pero esta necesidad se equilibra con aspectos medioambientales, sociales, solidarios, etc.
Estamos en un momento clave con un aumento de las situaciones de desigualdad preexistentes. La crisis no se resuelve con los mismos parámetros y recetas usados hasta ahora, sino, como se ha visto últimamente, dando pasos para que todos seamos necesarios. Cada puesto de trabajo tiene valor, incluidos los que no requieren una excesiva formación, pero que precisan valentía, fortaleza, sacrificio y empatía. Esas características también deberían tenerse en cuenta al valorar un puesto de trabajo.
Al irse extendiendo las empresas socialmente responsables, crece la conciencia de equiparar el bienestar de los trabajadores al bienestar de los financiadores y, yo añadiría, al bienestar de la sociedad, incluyendo la naturaleza. Si existen estos mecanismos de puesta en común de los beneficios con el resto la sociedad, también podrían existir mecanismos para valorar a los trabajadores más vulnerables dentro de la empresa. Lo importante no son tanto las buenas prácticas como los valores en que estas se sustentan.
 

La renta básica universal

Por último, comparto una reflexión personal sobre la Renta Básica Universal, que tiene por objeto ayudar a tener una seguridad más allá de las rentas del trabajo que se perciben, y por tanto podríamos ser más selectivos a la hora de aceptar un trabajo. 
Me parece una propuesta discutible, si se plantea como una ayuda continua y no como una ayuda puntual para situaciones de vulnerabilidad sobrevenida, porque parece consolidar la idea de que hay trabajos de primera y trabajos de segunda. Así, los trabajos de segunda no deberían ser ejecutados por nadie porque son aburridos, poco valorados, etc. 
Creo que la solución definitiva pasa por valorar de forma justa los trabajos no solo por los conocimientos necesarios, o por el estatus social, o por el negocio que generan, sino también por el beneficio que suponen para la sociedad, por el sacrificio que realiza el trabajador, o por la necesidad de un salario digno.
 
 
 
 

Jesús Laso forma parte de la comisión de Economía de Comunión de España





  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova