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¡Esplendor! No pierdas tu brillo

Álvaro Pacheco, María Chiara Arnaiz, Marta Aguado

Esplendor, resplandor, brillo, generosidad, apogeo, auge: palabras que se aplican a personas, eventos, lugares, momentos... A veces reflejan nuestra realidad, nos sugieren cosas muy variadas y nos recuerdan momentos luminosos. Son como trampolines que nos hacen conservar la esperanza cuando la vida se hace dura.


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SERVIR CON ALEGRÍA Y GENEROSIDAD
María Chiara: Estamos en el final del curso, con muchísimos exámenes, proyectos, evaluaciones, notas finales, etc. Estamos todos muy cansados y con ganas de verano, pero hasta en los momentos de fatiga más fuerte hay que seguir amando y viviendo por los demás.
En mi parroquia tenemos un grupo de post-comunión. Como su nombre indica, somos chicas y chicos que ya hemos hecho la Primera Comunión. Profundizamos no solo sobre la vida de Jesús, sino también sobre el recorrido de personas que hoy consideramos santos por la luz que han dejado y reflexionamos sobre valores que el Evangelio sugiere y que nos ayudan a ser mejores personas. También en misa aportamos nuestras canciones con los instrumentos que tocamos. En esto nos ayuda gente como mi hermano Iker, que es más mayor y toca maravillosamente la guitarra. 
En el mes de mayo se celebran muchas Primeras Comuniones de los chicos y chicas del último año de catequesis y nos pidieron que cantásemos y tocásemos. Todos teníamos muchos exámenes, y yo además tenía que dar los del conservatorio. Aún así, siempre había alguien entre nosotros disponible para cantar. Una experiencia muy bonita que nos ha llevado a ceder nuestro tiempo para que otros, en su primera comunión, gozasen de una celebración más luminosa si cabe, acompañada de una música buena y alegre que hemos ofrecido con generosidad y que nos ha dado la mejor recompensa: amor y felicidad.
 
CONTRIBUIR A ILUMINAR UN MUNDO OSCURO
Marta Aguado: Para muchos de nosotros se aproxima el fin de nuestra etapa en el colegio, ya más cerca de la universidad y de la vida adulta. La verdad es que da un poco de vértigo salir de ese pequeño «hogar» en el que hemos vivido tantas aventuras y aprendido tanto. Junto con nuestra familia, el colegio ha tenido un papel fundamental en la formación de las personas que hoy somos. Ahora depende de nosotros dejar relucir lo que llevamos dentro para que no pierda su brillo y lo compartamos con todo el que pase por nuestra vida. Nuestro objetivo principal es que el gran regalo que se nos ha hecho, incondicionalmente, lo usemos para iluminar este mundo inmerso en tanta oscuridad.
Comenzando nuestra etapa universitaria, no queremos olvidar lo aprendido. No podemos dejar que el hecho de que «nadie piensa como nosotros» condicione nuestra forma de actuar. Seguro que debemos mentalizarnos, porque nos tocará ir a menudo contra la corriente y no será fácil, pero unidos, ayudándonos unos a otros y nutriéndonos de nuestro Ideal, estoy convencida de que haremos un recorrido vital espléndido. El esfuerzo y el amor concreto podrán generar consecuencias inesperadas y positivas.
Todo ello me anima a pensar que quienes estén a nuestro alrededor podrán percibir que hay algo más allá de la opinión común o de «lo que cree la mayoría» o de «lo que está de moda», algo que muestre con los hechos que hay gente que piensa de manera diferente. Creo que desde nuestra experiencia y convicción podremos aportar otro punto de vista o dar a conocer otra realidad. El tema de la religión, es uno entre muchos. 
Lo más importante es dejar que Dios actúe a través de nosotros, dispuestos, ¡claro!, a hacer cuanto podamos, pero poniéndolo todo en sus manos. Debemos aprender a confiar en Él, viviendo y disfrutando de cada momento presente. Nuestro futuro así no será una preocupación.
 
QUE NUESTRA EDAD DE ESPLENDOR SE MANTENGA SIEMPRE
Álvaro Pacheco: Luz. Definida en el diccionario como forma de energía que ilumina las cosas y las hace visibles. Esplendor: máximo grado de perfección, intensidad o grandeza. Interesantes definiciones, ¿no os parece? Acabando ya el curso, durante algunos días de descanso después de terminar los exámenes, reflexioné sobre lo que este tiempo había sido para mí, mirando hacia atrás y recordando todo lo ocurrido de bueno y no tan bueno. El panorama general era que, aunque soy muy exigente conmigo mismo, había conseguido en gran parte lo que me había propuesto. Aún así, y aunque satisfecho, percibía un sentimiento extraño. Era como si empezase a relajarme y a confiar porque «ya lo había hecho todo», «había cumplido con todo» y debía «no hacer nada» por un tiempo, porque «me lo merecía». Ahí estaba el fallo. ¡Menos mal que me di cuenta a tiempo!
Cuando estás metido en un túnel, o te estás metiendo, tu instinto busca rápidamente la salida y la encuentras observando los rayos de luz que se cuelan por el gran agujero. ¿No? Pues pasa lo mismo con la vida. Cuando sabemos cuál es la verdadera luz, la buscamos instintivamente sin parar, para que sus rayos alumbren nuestras acciones y las hagan resplandecientes. En cambio, cuando estamos dentro ya del túnel y no nos esforzamos por salir, nos acostumbramos a la penumbra y no logramos la intensidad de luz necesaria para conseguir el auge. 
Por eso, yo, con vosotros que nos leéis, quiero intentar que «nuestra época» de esplendor, «nuestra edad» dorada, se mantenga durante toda nuestra vida para que recoja todas las metas y los sueños. Hace poco entendí que la clave de la vida no es cumplir tus objetivos, sino no dejar de cumplirlos.




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