Hablar de la eutanasia es un asunto delicado y polémico. No deja a nadie indiferente. Nos obliga a reflexionar sobre nuestras propias creencias y principios.
Cuando se pregunta a los ciudadanos qué entienden por morir con dignidad, un porcentaje alto lo asocia con morir rodeado del cariño y apoyo de los seres queridos, eliminando en lo posible el sufrimiento y los dolores, sin manipulaciones o medidas innecesarias, aceptando la muerte con serenidad, con asistencia médica y el apoyo espiritual según sus propias creencias.
Existe un consenso generalizado ante el momento final de la vida, para tratar los síntomas incluso con sedación y evitar el ensañamiento terapéutico para aliviar la agonía de la persona. La Organización Médica Colegial y la Sociedad Española de Cuidados Paliativos consideran al enfermo como ser humano hasta el último momento de su muerte, respetando sus creencias y valores.
Laín Entralgo decía que «la muerte no es primariamente un evento médico o científico, sino un evento personal, cultural y religioso».
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