En una entrevista a María Voce, publicada por el diario Avvenire el 22 de enero de 2020, fecha del centenario del nacimiento de Chiara Lubich, el periodista Riccardo Maccioni quiso indagar sobre los sentimientos de la entrevistada ante la perspectiva de dejar la presidencia del Movimiento de los Focolares: «¿Qué Movimiento deja, cuál es la fotografía de los Focolares hoy?». María Voce, también conocida en el ámbito interno como Emmaus, se detuvo sobre el verbo dejar: «No dejo el Movimiento, ni se lo entrego a la futura presidenta porque nunca lo he poseído, en el sentido que no ha sido mío». A continuación hace una previsión de futuro: «Seguiré viviendo como focolarina, como hija de Chiara, y trataré de dar mi aportación para que se realice la herencia de Chiara del modo y en el lugar donde me pida que vaya la próxima presidenta, que será elegida durante la asamblea general del Movimiento». Así de sencillo. Y en cuanto a su gestión al frente del Movimiento y su fotografía actual afirmaba: «Es verdad que he tenido la gracia de ofrecer mi servicio como presidenta en la fase de transición desde el periodo de la fundadora al que nosotros solemos llamar “Chiara después”, que no “Después de Chiara”. Y es sabido que las transiciones se caracterizan por procesos de verificación y purificación, momentos de crisis en el verdadero sentido de la palabra, que también significa evolución». O sea, reconoce cierta transformación en la que «me parece notar una nueva sensibilidad hacia la grandeza del carisma de Chiara, por su profundidad y su prevalencia […]. Es un tesoro que llevamos en vasijas de barro, es decir que dependemos completamente de la gracia de Dios. También creo percibir una nueva sensibilidad por nuestros fines específicos, sobre todo en el campo del diálogo y, en consecuencia, por los lugares a los que estamos llamados a actuar y en donde podemos ofrecer una aportación del todo particular».