Este coro surge como vehículo de valores y de integración social en el colegio diocesano del que soy director y  que acoge alumnos del barrio más desfavorecido de Castilla-La Mancha. Lo forman treinta alumnos y participan madres, voluntarios y profesores. Es un laboratorio intergeneracional y un plus para el colegio por la calidad de las relaciones. 

Una nota distintiva es su diversidad religiosa, pues aunque su ideario es católico, participan evangélicos de la Iglesia de Filadelfia, conocida como «los Alleluia». En el coro les conocemos por lo que realmente son y ellos se integran como en un mosaico de colores. También hay niños musulmanes y sus madres. 

Su lema «Música para la unidad» se lleva a iglesias, auditorios, teatros, sedes de barrios, con actuaciones solidarias ante emergencias humanitarias.