logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

Correspondencia

Fernando Rico

África en el corazón


pdf
Quisiera traer a estas páginas el continente africano, al que amo con todo el corazón por motivos personales. 
 
Celebrar el «Día de África» cada 25 de mayo, fecha en que se constituyó la OUA (Organización para la Unidad Africana) en 1963, tendría que ser una ocasión para reflexionar sobre los retos que afronta el continente y el papel que allí desempeñan las ONGs y los Estados. 
 
En África viven más de 1.200 millones de personas, pero su producto interior bruto (PIB) apenas llega al 1,5 % del total mundial, a pesar de ser el continente con las mayores riquezas naturales. Y es que «las políticas de venta de tierras a países de Europa, el Golfo Pérsico, América, China o India para su explotación indiscriminada, así como la actividad extractiva sin control, las agresiones al medioambiente o la especulación financiera, sitúan a África a la cola del desarrollo», según afirman desde Manos Unidas, organización que lleva más de sesenta años desarrollando proyectos en ese continente. 
 
No es de recibo que un continente que hasta los años 70 era autosuficiente en alimentos y exportaba una media de 1,3 millones de toneladas anuales de alimentos, hoy tenga que importar el 25% de los alimentos que consume, mientras en sus tierras hay plantaciones de palma de aceite, caña de azúcar, girasol y soja para biocombustibles. Decididamente esto es un auténtico expolio. 
La gente en África sigue muriendo de hambre, por enfermedades que pueden prevenirse y también a causa de las guerras. Más de 300 millones de personas no tienen acceso al agua potable y la pobreza alimenta la corrupción y falta de democracia…
 
Afortunadamente también se ven signos esperanzadores. De hecho en los últimos años el PIB africano ha crecido a un ritmo superior al 5%, ha disminuido la mortalidad infantil y han mejorado las políticas de salud pública. Y sobre todo ha aumentado mucho la escolarización.
 
Por otra parte, creo que los lectores de Ciudad Nueva deben saber que la guerra desencadenada en Camerún está amenazando seriamente la ciudadela de Fontem, donde los Focolares están llevando a cabo una importante labor humanitaria desde los años 60.
 
Fontem, cuya población es de casi 7.000 habitantes, está sufriendo las consecuencias de un conflicto entre francófonos y anglófonos (herencia de la época colonial) que el país no ha logrado encauzar con acierto ya desde su independencia a principios de los años 60. 
 
Fontem es un centro de encuentro y formación para personas que llegan de todas partes de África, donde se aprende que la colaboración entre personas de razas, culturas y tradiciones distintas puede dar frutos de fraternidad. 
 
En el centro educativo «María, sede de la sabiduría», que surgió gracias al compromiso de los Focolares de todo el mundo, se han formado generaciones de estudiantes. Este centro, uno de los más cualificados de Camerún, hoy se ve amenazado, al igual que el hospital y el resto de infraestructuras de la región. 
La situación es muy delicada y me suscita una enorme impotencia. Pero al igual que hizo aquel rey de la tribu bangwa cuando vio que la mortalidad amenazaba con extinguirlos, le rezaré al «Dios de los cristianos» para que proteja esta joya de la cooperación solidaria.
 
Fernando Rico




  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova