logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

Con más ilusión que conocimientos

Antonio Zaragoza

La experiencia de un puñado de voluntarios acompañando a enfermos solos en el hospital.


pdf

La asociación Unidad y Fraternidad, impulsada por miembros de los Focolares en la Región de Murcia, ha recibido recientemente un reconocimiento por su labor de voluntariado en el hospital de Caravaca de la Cruz (Murcia). Hablamos con Mari Carmen Giménez, presidenta de la asociación.

 
–Ponnos en antecedentes, por favor.
–La asociación se constituyó en 2013 y está formada por un grupo de personas con inquietudes sociales. Queríamos, y seguimos queriendo, colaborar en dar respuesta, en la medida de nuestras posibilidades, a aquellas necesidades y situaciones que nos interpelan y reclaman nuestra atención. 
Entre nosotros queremos que haya un clima de unidad, factor imprescindible para que las ideas que surjan y actividades que se pongan en marcha se realicen como fruto de un diálogo abierto y sincero. Solemos decir que más vale lo poco en unidad, que lo mucho en desunidad. 
–¿Cómo se consigue una relación fraterna?
–Aunque no siempre es fácil, el hecho de escuchar con toda atención las ideas de los demás y estar dispuestos a perder las propias, por geniales que sean, nos permite asegurar que cualquier decisión que tomemos está consensuada por todos, lo cual se traduce en un éxito seguro.
Trabajar juntos y salir de nuestro entorno con este método nos asegura que estamos en el buen camino. Sin fraternidad, sin el amor concreto a cada ser humano, no es posible avanzar para frenar el pasotismo, las actitudes egoístas y el desinterés generalizado por ese «otro» que sufre y queda marginado.
 
–Tengo entendido que, antes de este voluntariado en el hospital, habéis hecho otras cosas.
–Sí, desde hace cinco años hacemos el maratón artístico solidario «Comparte tus talentos» en colaboración con Telecaravaca. Lo que recaudamos cada año se destina a algunas de las asociaciones que trabajan en nuestro municipio o bien para algún colectivo necesitado. 
En colaboración con otras asociaciones, también hemos organizado una mesa redonda sobre los flujos migratorios para sensibilizar a los ciudadanos.
 
–¿Por qué optasteis por este voluntariado hospitalario?
–Hace un par de años nos propusieron desde el hospital, concretamente por medio de su trabajadora social, Carmen Campos, la idea de formar un grupo de voluntariado para atender a pacientes que ingresan y que no tienen familiares que los puedan acompañar durante el tiempo que permanecen ingresados. Vimos que estaba dentro de nuestros fines y, con más ilusión que conocimientos sobre lo que tendríamos que emprender, aceptamos la propuesta.
 
–Supongo que empezar no habrá sido fácil…
–Desde luego que no. Eran muchos los requisitos por parte de la Administración. Tuvimos que suscribir acuerdos sanitarios, asumir obligaciones, contratar un seguro de responsabilidad civil… 
Todo era tan nuevo y surgían tantas dificultades, en parte por nuestra inexperiencia y en parte porque era un servicio nuevo en el hospital, que llegamos a dudar de poner en marcha la actividad. Nos sentíamos un poco solos frente a una gran responsabilidad. Fue Carmen quien nos dio ánimos para no sucumbir ante los primeros obstáculos.
 
–Entonces este reconocimiento habrá sido todo un estímulo…
–Pues sí, la verdad. El hecho de que el hospital haya señalado como motivación para este reconocimiento el «dar visibilidad de algo positivo dentro del Mundo de la Sanidad», y que la directora haya dicho que «es necesario que existan acciones solidarias en éste ámbito», resulta muy alentador.
 
–A decir verdad, aún tenéis poca trayectoria.
–Es cierto, la experiencia es corta, pero muy satisfactoria. Ha merecido la pena conocer a José, visitar a Juan y a Pepe, hablar con Antonio, mecer y arropar al pequeño Hugo, y tantos otros que nos han dado la posibilidad de crear lazos de fraternidad. Nos han permitido salir de nuestra «zona de confort» y nos han ayudado a perder los típicos miedos: ¿qué me voy a encontrar?, ¿cómo me recibirán?, ¿pensarán que somos unos «desocupados»?, etc.
 
–¿Cuántos sois los voluntarios?
­–Exactamente nueve: Amalia, Consuelo, Fina, Juan, Manoli, Marisa, Sebas, Toñi y yo. Pero invitamos a quien quiera sumarse a este voluntariado. Tenemos libertad para asistir cuando cada uno pueda, sin imposiciones ni agobios. Esto nos ayuda a crear y mantener vínculos de fraternidad.
 
–¿Recuerdas algún episodio en particular?
–Me viene ahora a la mente José, con su chispa de humor. Cuando llegábamos, decía: «Ya están aquí las buenas mozas». Luego, cuando ya se había recuperado, nos invitaba a su casa a sentarnos debajo de la parra y comer higos de «la mejor higuera de Murcia». Nos sentíamos parte de su familia. Puedo decir que, en general, son relaciones humanas que te enseñan a guardar silencio, a escuchar, a tener respeto y ofrecer siempre una sonrisa, dejando a un lado tus propios sentimientos.




  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova