Había oído hablar del tema y me había encantado esta iniciativa del Papa. Es más, cuando me llegó el cuestionario online dirigido a jóvenes de todo el mundo, ¡creyentes o no!, me pareció una de las pocas ocasiones en las que la Iglesia pide verdaderamente la colaboración juvenil en algo tan importante.

 

Así que me entró la curiosidad y fui. No sabía bien cómo sería, no conozco tantos movimientos de la Iglesia y allí me di cuenta de que en realidad no conozco ninguno. Algunos de los que asistieron fueron Comunidades de Vida Cristiana, Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica, Juventud Obrera Católica, Acción Católica General, Regnum Christi… La experiencia fue estupenda, con un ambiente de diálogo y de compartir puntos de vista mucho más actual y crítico de lo que esperaba. Los adultos presentes intentaron escuchar de verdad y aportar desde la perspectiva joven, y los jóvenes fueron muy proactivos e interesados. 

 

Trabajamos sobre una versión resumida del cuestionario enviado por el Vaticano. Las respuestas daban a entender los distintos carismas y enfoques enriqueciéndose mutuamente. A mí lo que más me interesó fue la pregunta: «¿Qué piden los jóvenes a la Iglesia?». Se pedía igualdad de género, no perder la fuente y actuar con coherencia, la apertura, propuestas claras, que no se escandalizara, la actualización del lenguaje y las formas a esta época, más relación personal entre los miembros, alegría, lucha contra la injusticia, testimonio, libertad y verdad, no verse perfectos, ayuda, escucha… 

 

Fue la capacidad de decirlo y la claridad de lo que queremos lo que me emocionó, además del hecho de tener un espacio en el que pudiéramos hacerlo. Creo que este sínodo es una gran oportunidad de poner nuestro grano de arena en un nuevo nivel de la Iglesia, de nuevo, siendo creyente o no, y animo a todos los jóvenes a responder al cuestionario. Que se nos oiga, y si no cambia nada, que no sea porque callamos.