He leído en internet sobre la ocupación del campo de refugiados palestinos de Yarmuk por parte de las milicias del Estado Islámico, que ocurrió a primeros de abril. Luego he visto en televisión las noticias sobre el ataque aéreo en Adén, Yemen, por parte de la coalición árabe contra los chiítas hutíes. Me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que en ambos casos los atacantes eran musulmanes y los atacados también.
Lo digo porque cuando los medios informan sobre el Estado Islámico o sobre el mundo musulmán en general, hablan de «guerra de religión» o de «choque de civilizaciones» entre Occidente y el islam. Pero aquí no veo guerra de religión ni choque de civilizaciones por ninguna parte. En Yarmuk los fanáticos del Estado Islámico masacraron a otros musulmanes que no piensan como ellos, y lo de Yemen es un enfrentamiento entre chiítas y suníes para hacerse con el poder en el país.
Creo que a la hora de informar, los medios deberían denunciar los abusos de que son objeto las personas y las comunidades, incluidas las cristianas del Oriente Próximo y África, pero sin demonizar ningún credo ni enfrentar religiones.