Reconozco que cuando he leído que «más del 60% de la población africana no tiene acceso a la energía eléctrica», mi primera reacción ha sido muy superficial: ¡no saben cuántos problemas se ahorran! Es que esta mañana no había luz en el trabajo y no podía hacer nada. Después he leído la noticia con más detenimiento y me he arrepentido de mi reacción.
Nunca me había parado a pensar que para tener una vida digna sea preciso un consumo mínimo de 0,5 kWh de electricidad al día; al menos eso es lo que estima la ONU. Pero resulta que, según el Informe de Desarrollo Humano de 2013, de los 20 países del mundo con menor consumo eléctrico por habitante, 17 son africanos y ninguno llega a los 0,18 kWh diarios. La Agencia Internacional de la Energía estima que con sólo un 3% más en las inversiones mundiales previstas hasta 2030 se alcanzaría el acceso universal a la energía.