A lo largo de este año la Palabra de vida nos invita a vivir el amor recíproco.
Compartimos aquí las vivencias de los lectores.
«Mi mujer y yo íbamos a una iglesia cercana el Miércoles de Ceniza cuando surgió un imprevisto: había un hombre tendido en medio de la calle bloqueando el tráfico en pleno centro de Murcia. Nos paramos como el resto de la gente para ver qué podíamos hacer. Llamé al 112 mientras mi mujer, que es enfermera, le hacía los estímulos de reanimación, pues el hombre no tenía pulso ni respiraba. Mientras tanto la gente se iba poniendo nerviosa. A los pocos minutos el hombre recuperó la respiración. Y a los quince minutos llegó una ambulancia y se lo llevó ya claramente recuperado. Mientras corríamos para llegar a la ceniza, no pudimos evitar acordarnos de la parábola del buen samaritano». J. A. y M. C. «Soy muy sensible y algunas situaciones me afectan mucho. Me encontré con un amigo, del que ya conocía sus problemas, y le vi con intención de contármelos, pues le estaban afectando seriamente. Dada la confianza que nos tenemos, no pude evitar espetarle: “Mira, no me cuentes tus problemas porque me pongo malo”. »Fue decir esto y pensar enseguida que allí tenía que ver a mi prójimo, a un hermano a quien amar. Entonces, rectificando rápidamente le dije: “No me hagas caso y perdona. Puedes hablar con toda tranquilidad que te escucho muy a gusto”. El hombre me contó sus penalidades durante casi dos horas sin parar. Al final me dio las gracias y me pareció que quedaba muy consolado. Yo, curiosamente, con una gran paz interior y sin tensión».