Una idea sencilla. Fue como si el sol hiciese rebrotar la hierba.
Hacía años que había dejado de ir a misa, pero Dios no había desaparecido completamente de mi vida. Cuando era pequeña, admiraba la creación y ésta me hablaba de Él. Ya de adulta, gracias a una amiga mía, descubrí que Dios me amaba y me sentí impulsada a volver a la Iglesia. Era como si hubiera encontrado un tesoro que daba sentido a mi vida, y entendía que para no perderlo tenía que cambiar de rumbo y ponerme a amar al prójimo. Desde ese momento mi trabajo –soy ergoterapeuta en una residencia de ancianos– adquirió un nuevo significado. Quería transmitir a todo el que me encontrase algo de esa luz que palpita dentro de mí. No fue fácil al principio. Muchas veces me vi rechazada por los compañeros, que pretendían impedirme que llevase a cabo cualquier iniciativa que tuviera que ver con la fe. Pero en mi corazón nada cambiaba, ya que también podía amar a los que me llevaban la contraria. Una vez al año todos los empleados tenemos una entrevista con los responsables de la residencia. Este año, tras una breve evaluación positiva de las tareas que habíamos realizado, pasamos a hablar de los objetivos. Y aunque sabía que mis compañeros no estaban en la misma onda, me atreví a decir que sería bueno dedicar más tiempo a conversar con los residentes. Me sorprendió mucho la respuesta de los responsables: «Hemos notado que tienes buena relación con ellos, sabes escucharles y comprendes sus necesidades. Se sinceran contigo y eres para ellos un punto de referencia importante. También valoramos tu buena relación con el capellán; es más, no estaría mal colaborar más con él». Entonces les propuse una idea: poder contarles o leerles a los ancianos de vez en cuando experiencias positivas de vida cristiana con el fin de ayudarles a sentirse “vivos”. La respuesta fue afirmativa: «Podrías dedicar la tarde del miércoles a eso, formando pequeños grupos con los que lo deseen. También queremos hacer un noticiario impreso, así que, además de una sección recreativa y de actividades, podríamos poner esas historias y lo que éstas suscitan en ellos». No me lo podía creer. Llevaba años soñando con poder hacer algo así.