¡Gracias 112! El 29 de julio pasado, una de mis excursiones por las montañas de Vidrà con mi mujer y mis hijos acabó siendo una pesadilla. Ya de vuelta, un inoportuno resbalón me hizo rotar sobre la pierna derecha y me rompí el tobillo, la tibia y el peroné. Oí crujir los huesos y caí al suelo en medio de un dolor insoportable. Pero no acabaron ahí las adversidades: ¡faltaba cobertura para contactar con el 112! ¿Solución? Mi mujer, Nuria, y mi hija, Laia, de 7 años, fueron a buscar un lugar con cobertura, que se hallaba a gran distancia. Enviaron un helicóptero. Mi hijo, Pablo, de 9 años, y yo lo oímos sobrevolar varias veces hasta que nos localizaron. Habían pasado varias horas y el frío se había apoderado de mí. Bajó un primer bombero y me dijo: «Me llamo Xavi, como tú. No te preocupes que te vamos a sacar de aquí». No puedo describir la tranquilidad que me produjeron esas palabras. La enfermera se dedicó a mí con una delicadeza asombrosa, mientras los dos bomberos y el piloto diseñaban el plan de rescate. Una familia que reside en verano en una masía de la zona pasó casualmente por allí y se ofreció para hacerse cargo de nuestros hijos, que estaban en un fuerte estado de ansiedad por lo ocurrido. De allí fui trasladado al hospital de Vic y luego al de Mataró, donde me operaron de urgencia.