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articulo

Templar dolores, curar heridas

Clare DuMontier

Labor cotidiana de una mujer que ejerce la abogacía, cuya empresa sigue los principios de la Economía de Comunión.
La naturaleza del trabajo legal es el litigio y a menudo las emociones se desbordan, incluida la ira. Mi principal área de trabajo son los procesos de tutela. Normalmente ejerzo como el abogado que representa el mejor interés de una persona en un caso de tutela y llevo las relaciones con el juzgado correspondiente. Al proceso legal de tutela se llega habitualmente como resultado de que una persona haya padecido un trastorno de demencia o la enfermedad de Alzheimer. En ambos casos se produce un cuadro de gran confusión mental. Los procedimientos legales son duros para ellos, ya que a menudo se les produce un fuerte sentimiento de indefensión. Están perdiendo el derecho a tomar sus propias decisiones personales y económicas. En estos casos se vierten muchas lágrimas en las salas de los juzgados. Abrí mi despacho en el 2008, después de haber asistido a una conferencia internacional de Comunión y Derecho, una iniciativa de los Focolares en el ambito de la Justicia. Ésta fue una experiencia que cambió mi vida y me convenció para seguir trabajando en el campo del derecho. «Todo ser humano siente la necesidad de ser amado y de dar el amor recibido a los demás», escribió Chiara Lubich en un mensaje para la ocasión. «Por otro lado –añadió–, es el amor recibido y entregado el que permite a las personas realizarse y vivir en comunión con los demás». En aquella ocasión conocí a Martha, que entonces tenía un despacho en California. La llamé un día y me explicó la manera en que llevaba su bufete vinculado a la Economía de Comunión (EdC), una novedosa propuesta económica lanzada por Chiara Lubich en 1991. En la actualidad, existen cerca de 800 empresas en todo el mundo que siguen estas directrices, que, entre otras cosas, implica compartir los beneficios para ayudar a los necesitados y para fomentar el crecimiento de estructuras y programas de formación que promueven una cultura del dar. Así que decidí abrir mi propio despacho y gestionarlo siguiendo las directrices de la EdC. Lo llamé «Visitación», como la de nuestra Señora a su prima Isabel, ya que empleo mucho tiempo visitando residencias de ancianos, pisos de personas asistidas y familias de disminuidos mentales. Los principios de la EdC me ayudan mucho en mi esfuerzo por mantener la calma, perseverar y amar de la manera más apropiada en las situaciones más tensas, lo que me ha permitido compartir mi experiencia con algunos de mis colegas. Para mí es muy gratificante saber que estoy trabajando, día tras día, con todas las personas de la red mundial de la EdC y que mi trabajo ayuda a otros. Los miembros de la EdC compartimos experiencias sobre todos los aspectos de nuestras respectivas empresas. Nos animamos recíprocamente y compartimos prácticas empresariales exitosas, así como nuestros esfuerzos por establecer relaciones auténticas con las personas que encontramos en nuestros respectivos ámbitos de trabajo. Hacemos todo esto a través de conferencias telefónicas, correos y foros en el sitio web de la EdC. Una vez regresé a la oficina después de un día muy atareado y tenso. Al leer un correo de otro empresario de la EdC que contenía unas palabras muy estimulantes sobre nuestro trabajo en unidad, sentí que mi espíritu revivía y que me retornaba la paz. Le contesté inmediatamente contándole lo que sentía. Él me respondió: «Para eso está la EdC». En el libro de Chiara Lubich María, transparencia de Dios, la autora relata cómo le pareció que Dios quería ver revivir a María en ella. «Vosotros, todos vosotros, abriréis vuestros brazos y vuestros corazones como madres de la humanidad», escribe Chiara. «Eres tú –añade– la que calmarás dolores, curarás heridas y enjugarás lágrimas». En mi trabajo procuro recordar estas palabras y a menudo me las repito a mí misma antes de salir del coche para entrar en algún juzgado y encontrarme con alguien. Lo más importante para mí, para trabajar en una empresa de EdC, es construir una relación de amor con el cliente que tengo delante en cada momento presente. Clare DuMontier (Appleton, Wisconsin, USA)



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