Tertuliano
Sus padres, ambos paganos, le procuraron una sólida formación, por lo cual al final de sus estudios Tertuliano era un hombre impregnado de la cultura griega y latina.
Su notable preparación quedó plasmada en sus obras, mediante el dominio de la retórica, el derecho, las lenguas y otros campos del saber
Hacia el 195 se convirtió al cristianismo -movido seguramente por el ejemplo de los mártires cristianos- y abandonando la vida poco edificante que llevaba regresó a su ciudad natal.
A partir de entonces se dedicó en cuerpo y alma a la defensa de la fe cristiana, desplegando una gran actividad literaria.
Jerónimo afirma que fue ordenado sacerdote, pero lo cierto es que este dato no se desprende de sus obras.
En torno al 207 se pasó abiertamente al monantismo llegando a ser jefe de un grupo extremistra, el de los tertulianistas.
Murió en Cartago, en edad avanzada, después del 220.
Tertuliano es probablemente el más original de los autores eclesiásticos latinos, anteriores a san Agustín, y sus obras siguen siendo una de las fuentes principales para nuestro conocimiento del latín cristiano.
Sinopsis
Tertuliano es un autor que abre caminos: lo mismo que fue el primero en elaborar una teología del bautismo y del sacramento de la penitencia, lo fue también en redactar un tratado de psicología desde la fe cristiana.
Su tratado De anima tiene una estructura ordenada, a la manera de los tratados de la época: comienza con una presentación del alma, sujeto del estudio, y concluye indagando en su destino final más allá de la muerte. En la estructura se intercalan a veces ciertas digresiones sobre temas (la metempsicosis, los sueños) que tenían un particular interés para la gente de aquel tiempo.
La obra es a la vez didáctica y polémica, pues tiene siempre presentes a los herejes gnósticos, que eran muchos y combativos. Tras los herejes descubre siempre a los filósofos, que los aprovisionan de ideas y argumentos.
Como él mismo confiesa, quiso acercarse a los filósofos paganos, que tanto habían discutido sobre el alma, llevándoles las preguntas de un creyente cristiano de aquel tiempo (siglo II-III). No menos de veinte filósofos –desde el presocrático Tales de Mileto hasta el medio-platónico Albino– van pasando por sus páginas; todo lo cual demuestra que Tertuliano vivía su fe en constante diálogo con la razón.
Para defender sus tesis suele ofrecer como argumento final el testimonio de la Biblia; en su búsqueda de la verdad no podía no tener en cuenta el libro que, desde su conversión, era para él la revelación de la verdad.
No podemos pretender que nuestro autor se comporte como un intelectual cristiano de hoy que, mientras investiga, pone en cuestión su fe; eso habría sido en él un anacronismo.
Esta obra puede prestar un servicio a los estudiosos de la primera Patrística, así como a cuantos estén interesados por conocer la aportación del cristianismo al pensamiento y a la lengua de entonces.
Esta obra, preparada por Salvador Vicastillo en edición bilingüe, quiere prestar un servicio a los estudiosos de la primera Patrística, así como a cuantos estén interesados en conocer la relación entre la filosofía y la primera cultura cristiana.