Esta obra fue tan decisiva para la definición del Concilio de Constantinopla (381), que seguimos, hoy, proclamando como profesión de nuestra fe: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida..., que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".
Urgido por el peligro del arrianismo y respondiendo al ruego de Anfiloquio de Iconio, Basilio defiende y expone la consubstancialidad del Hijo y del Espíritu Santo con el Padre, con un rigor intelectual, teológico, y un vigor espiritual de la experiencia del Espíritu, como sólo puede hacerlo una mente poderosa y equipada culturalmente como la suya, alimentada sobre todo, en dos fuentes inagotables: la Sagrada Escritura y la tradición viva de la Iglesia.
Entre los tres Padres Capadocios, Basilio es el �nico a quien sus contemporaneos distinguieron con el apelativo de "Grande". El juicio de la Historia no ha hecho m�s que confirmar el acierto, al considerar sus cualidades de pastor y de organizador eclesi�stico, al admirar la profundidad y la claridad con que penetra y expone los puntos m�s dif�ciles de la doctrina cristiana, as� como la prudencia y sabidur�a con que defiende a la Iglesia frente al imperio y a la herej�a, y al comprobar con perspectiva sus logros en la reforma del culto lit�rgico y en la direcci�n del monaquismo greco-oriental. Su intensa y fecunda vida (330-374), dej� huella propia de aspecto de perfecto griego: acci�n acabada, pero de efecto a�n presente; presente en la historia y en la actualidad de la Iglesia universal.
Publicado por: Editorial Ciudad Nueva
Primera edición: 01 de febrero de 1996
ISBN: 978-84-9715-258-7
Páginas: 280
Formato: 20x13
Peso: 330