Juan Crisóstomo
Ordenado sacerdote en febrero del año 386, al comienzo de la Cuaresma, comenzó enseguida su actividad de predicador revelando una clara y profunda concepción del bautismo, debida por una parte, a su experiencia personal y, por otra, a la tradición que se hallaba presente en la Iglesia de Antioquía.
"Boca de oro" fue llamado, precisamente por su carisma especial. Su auditorio en Antioquía y en Constantinopla, a menudo estallaba irresistiblemente en aplausos cuando le oía con su estilo brillante y popular, original, imprevisible y vivo.
Pues bien, toda su extraordinaria oratoria, todos sus discursos, apuntaban a algo esencial: llevar a las gentes a la práctica del Evangelio, sin medias tintas. Él, que durante cierto tiempo, se formó con los ermitaños, en los alrededores de Antioquía, quería que se realizase aquella perfección de los monjes -aquella vida angélica, como él la llamaba-, en medio del pueblo, entre gentes de todas las profesiones y estados; en la ciudad, en las familias. Ésta era una de sus ideas dominantes.
Por eso Juan Crisóstomo ha sido, con razón, definido como maestro de la vida cristiana para los laicos.
Y no fue casual el que Juan XXIII lo proclamara "celestial patrón" del Concilio Vaticano II.
Otras obras del autor
Sinopsis
Las obras que se presentan en este volumen proponen distintas reflexiones sobre el tema de la conversión del cristiano.
Los dos primeros tratados Sobre la compunción, van dirigidos a dos monjes amigos suyos, Demetrio y Estelequio, y en ellos Juan denuncia con severidad la distancia que separa el ideal cristiano y la realidad de la vida, a menudo mediocre, de seglares y monjes.
Las seis homilías Sobre la penitencia fueron predicadas a los fieles dentro de un contexto litúrgico en el que el autor, recurriendo constantemente a ejemplos de la Sagrada Escritura, estimula a sus oyentes a la verdadera conversión.