Un concurrido congreso en Brasil conmemora los veinte años de trayectoria de la Economía de Comunión.
Economía en tiempo futuro. Diecisiete jóvenes de distintas partes del planeta leen, cada uno en su idioma, el mensaje que han elaborado –«Desde São Paulo al mundo»–, un auténtico programa de trabajo: «Que la economía del 2031 sea de comunión para nosotros y para todos». Esto es un signo de algo en lo que creen, algo en lo que osan esperar, pero también es el resultado de algo que ya está en marcha.
Eran unos 1.700 los participantes en el congreso «La profecía se hará historia. Veinte años de Economía de Comunión». Escuchaban muy atentamente las convicciones y las propuestas bien articuladas de estos jóvenes que ya no soportan la lógica capitalista. «Nosotros, los jóvenes, responsables más que nunca de cómo será la economía y el mundo en 2031, creemos que la Economía de Comunión vino a esta tierra brasileña hace veinte años para alimentar y hacer posible nuestra esperanza». Este idealismo proclamado por gente joven durante la asamblea de clausura, que tuvo lugar el 29 de mayo, puso el sello a las reflexiones de expertos en la materia y a los testimonios de empresarios, cosas ambas que han caracterizado el desarrollo de un congreso en el que participaron 650 personas de 37 países y que se desarrolló del 25 al 28 de mayo.
El evento tuvo como marco de excepción, dada la ocasión del aniversario, la Mariápolis Ginetta, situada a unos cincuenta kilómetros al sur de São Paulo (Brasil), justo donde Chiara Lubich comunicó por primera vez la intuición que había tenido al ver con dolor el cinturón de favelas que rodean los rascacielos de la metrópolis paulista. Igualmente significativa la decisión de celebrar la asamblea conclusiva en el auditorio Simón Bolívar de la ciudad de São Paulo, ubicado en el Memorial de América Latina, un centro proyectado por el gran arquitecto Niemeyer, que pretende favorecer a través del arte que los lazos entre los pueblos del continente sean más estrechos.
La Economía de Comunión (EdC) tiene «la potencialidad de transformar la vida económica desde dentro, no sólo en las empresas sino también en las familias, en las instituciones financieras y en las políticas económicas». Son palabras de María Voce, presidenta de los Focolares, contenidas en el saludo que envió a los congresistas. En ese mensaje les recuerda también una condición básica: «La EdC experimentará un nuevo impulso si se marca como horizonte un mundo unido y es capaz de mover los corazones, las acciones y el entusiasmo de aquellos que quieren jugarse la vida por grandes ideales». Por eso no duda de que «llegará una nueva estación de creatividad y protagonismo de todos vosotros, respondiendo así a una gran cita con la historia».