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Al cabo de 15 años

José Pacheco y José A. Ramos*

Los laicos del Foro El Foro de Laicos, organismo integrado por más de cincuenta asociaciones y movimientos eclesiales, ha celebrado su XV aniversario.
El colegio de San Agustín, en las inmediaciones a del madrileño Paseo de la Castellana, sirve de escenario para la conmemoración del XV aniversario del Foro de Laicos. Es el 20 de octubre de 2007 y asisten al acto varios centenares de personas que se identifican con uno u otro de los cincuenta movimientos o asociaciones que integran el Foro. Están presentes los dos primeros presidentes del Foro, Antonio Martínez y Pedro León y Francia. Jornada festiva e intensa para celebrar la existencia de un espacio eclesial creado a raíz del documento “Cristianos laicos, Iglesia en el mundo” (CLIM) emanado de la Conferencia Episcopal en 1992. Un ámbito de encuentro, comunión, comunicación y diálogo, así como un cauce de representación del apostolado seglar asociado. La jornada se presta para compartir experiencias de vida, momentos de oración y testimonios, además de arte, música, poesía, teatro. Y como conclusión, la eucaristía presidida por monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago y actual presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), cuya cercana presencia queremos destacar. Resulta conmovedora su humildad y su atenta escucha, y tiene palabras de luz y sabiduría propias de su esencial función para el laicado en la hora actual. Tras un saludo de bienvenida, el presidente del Foro de Laicos, Juan José Rodríguez Vicente, se felicita por estos quince años de caminar juntos y alude al hecho de que el Foro presenta signos inequívocos de vitalidad, como lo demuestra la existencia en su seno de veinte organizaciones más que en el momento de su creación. Unas palabras de Benedicto XVI, que a su vez recuerdan otras de Juan Pablo II, definen a los movimientos y asociaciones como «providenciales», porque despiertan la fe y la conciencia del bautismo en el corazón de muchos cristianos, estimulándolos a ser testigos de esperanza. «Somos –dice Juan José, refiriéndose a los movimientos y asociaciones– respuestas del Espíritu Santo a las necesidades de la Iglesia y del mundo, resultado de la imaginación del Espíritu Santo, fruto de su creatividad, y, siendo diferentes, todos somos necesarios, pues la diversidad no es un lastre, sino una riqueza alentada por el Espíritu para la comunión, que implica también, como tarea, una actitud de continua construcción y estado de alerta ante el peligro que supone un mundo individualista, que no cree ni potencia la comunión. Debemos conocernos y amarnos, y de ahí partirá una presencia pública comprometida con el mundo». En su intervención, Mons. Barrio comenta que los laicos no pueden faltar a la cita con nuestro tiempo, pues el debate está planteado de modo arduo. «Es la hora –dice– de subrayar igualmente lo católico, de ejercer la ciudadanía de la conciencia de bautizados. Al cristiano de hoy se le tolera si es transigente con la cultura actual y la ideología dominante, pero nosotros tenemos que responder ante la increencia anunciando la novedad de Jesucristo, personalizando la fe, viviéndola evangélicamente». «Tenemos que responder –añade– desde la humildad, con presencia pública significativa y eficaz. Desde el ser cristiano, que es una inmensa fortuna, pero también, en los tiempos que corren, un peligro y un deber. La hora actual pide un apostolado más intenso y menos mediocre, porque tenemos que ir en muchas cosas a contracorriente».«No sois un problema –termina, dirigiéndose a todos los presentes– sino una oportunidad». Es decir, la Iglesia necesita a los movimientos y a las asociaciones porque son escuelas de santidad, de comunión y de pertenencia eclesial.

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