Un poco de atención puede darle la vuelta a la jornada laboral, e incluso aliviar la angustia de un colega .
Después de aparcar el coche bajo las grandes acacias dormidas en invierno, Nieves suspiró profundamente antes de enfundar en la bufanda su sonrisa cansada. Las noticias de la mañana habían sido deprimentes, como todos los días: peleas, muertos, accidentes absurdos y mortales, una catástrofe natural anunciada y la enésima locura homicida habían rociado de amargura su ánimo, dejándole una indeterminada sensación de sufrimiento. Con esta inestable impresión de desagrado, y con una acuciante necesidad de oponerse a la resignación y al miedo, entró en el edificio donde cada día compatía su jornada laboral con otros empleados, atendiendo a un público normalmente difícil.
En el trabajo, Nieves procuraba dar lo mejor de sí misma para facilitar las relaciones y garantizar un clima laboral sereno y eficaz. Pero igualmente había dificultades. Había tenido que afrontar rencores, envidias, debilidades e intolerancias, y no obstante había logrado construir relaciones basadas en la disponibilidad y la confianza.