Un tío de mi mujer, no muy mayor, que vivía solo, ha acabado como un vagabundo. Su empresa quebró, se quedó en el paro, lo desahuciaron, no se atrevió a pedir ayuda a los parientes, pues con la mayoría no se hablaba, y desapareció de la circulación. Ahora duerme en la calle. Nuestros dos hijos adolescentes nos lo reprochan como si fuera culpa nuestra y hasta nos han dicho que se avergüenzan de nosotros.
E. M.
Vivimos en una sociedad en la que no es fácil mantener el nivel medio de bienestar y, sobre todo, en la que no se ahorraba para hacer frente a los imprevistos hasta que ha llegado el batacazo. En la situación económica actual es muy difícil que una persona de más de cuarenta años encuentre trabajo. El abatimiento y la depresión se ocupan del resto sofocando la iniciativa y aumentando el sentimiento de vergüenza ante amigos y antiguos compañeros de trabajo. «Es mejor esconderse y que te olviden».