Continúa el debate sobre la manera de salir de la actual crisis económica.
El artículo de Luis Velasco publicado en diciembre de 2009, acerca de lo que habría que hacer para salir de la crisis económica, es susceptible de algunas puntualizaciones y en cierto modo me suscita un desacuerdo fundamental. Comenzaré por éste.
Sus afirmaciones no se presentan como una propuesta discutible, como lo es todo en economía, sino como una exigencia imprescindible. Esto, que me parece algo pretencioso, se basa en la enunciación de unas tesis más cercanas a la política económica que a la economía objetiva, sin llegar a argumentarlas de modo convincente. Habría sido más adecuado iniciar un debate, interesante y necesario, sobre “qué hacer” ante las consecuencias del fracaso económico que, según vaticinan, serán más serias debido a la insistencia del neoliberalismo en “sostenella” y no “enmendalla”. Pero el artículo se presenta como una serie de afirmaciones no demostradas con esa característica que las encíclicas sociales definen como ideología: una visión parcial que se presenta como absoluta y que se autoatribuye, sin fundamentación alguna, la característica de verdad irrefutable.
Las tesis del artículo son notablemente cercanas a la formulación de la alternativa que desea la derecha española y que habitualmente se expresa en tertulias periodísticas de los medios de comunicación cercanos a ella. De modo que se podría decir que no sólo estamos ante cierta inclinación hacia la ideología, sino también hacia la propaganda política, cuyo mensaje subyacente sería: «la derecha tiene razón, la izquierda no»; mensaje poco creíble cuando ambos, tanto populares como socialistas, han fomentado la misma deriva económica.
Entrando en las respuestas, creo que en la historia económica española de los últimos decenios el núcleo de esas medidas las han puesto en practica cuantos han pasado por el gobierno, tanto del PP como del PSOE: reducción de prestaciones sociales; tendencia a reducir la indemnización por despido improcedente; minoración de aportaciones empresariales a la Seguridad Social; oferta de un amplio catálogo de subvenciones a los empresarios; reducción progresiva del gasto público en protección social… Los resultados llevan a la conclusión de que tales medidas son incapaces de conjurar la actual crisis económica, porque han sido precisamente ellas las que han contribuido a la desafortunada situación actual.