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articulo

Focolares: Primer año en la presidencia

Pablo Lóriga

¿Qué significa ser la sucesora de Chiara Lubich? Evaluación y análisis, métodos y opciones, confidencias y esperanzas de María Voce.
«Si procede, me acojo al derecho de no responder», anticipa bromeando al principio de esta entrevista, porque su trayectoria de abogado así se lo dicta. María Voce acepta de este modo hacer un balance de su primer año al frente de los Focolares, desde que el 7 de julio de 2008 fue elegida por 496 delegados de todo el mundo para recoger la extraordinaria herencia de Chiara Lubich. –¿Ha cambiado mucho tu vida desde que te eligieron? –Fundamentalmente no, porque trato de seguir siendo coherente con la decisión de dar toda mi vida a Dios y con el compromiso de vivir el carisma de Chiara. Ha cambiado en la medida en que ha variado mi función. Soy consciente de que un momento vivido de una determinada manera tiene una influencia mayor que antes, y esto me lleva a una mayor fidelidad y coherencia. –En este primer año, ¿tu relación con Chiara ha cambiado en algo? –Sí. Antes tenía a Chiara ante mí, me fijaba en ella, procuraba atender a todas las indicaciones que me llegaban con sus palabras, con su ser y con sus relaciones. Ahora, desde que ella no está, se fijan en mí queriendo verla a ella y, lo confieso, noto que en efecto ella está en mí. Es difícil decirlo con otras palabras, pero cuando me encuentro con los demás, percibo la presencia de Chiara dentro de mí, y ello me permite relacionarme con ellos sin traicionar su mensaje. –Cuando estás ante la tumba de Chiara, ¿qué haces? ¿Pides, das gracias, escuchas? –Ninguna de esas cosas. Simplemente estoy ahí. Cuando visito su tumba, estoy con Chiara. Puede ser que algunas veces pida, dé gracias o escuche, pero la verdad es que estoy con ella. Casi no pienso. –¿Cómo se desarrolla tu jornada diaria? –Mi jornada es como la de los demás miembros del Centro del Movimiento, muy condicionada por los programas que nos llegan desde afuera: citas, situaciones, imprevistos... De todas formas, siempre hay lugar para asistir a misa, para la oración, la meditación y el trabajo, así como para el focolar, que es la comunidad en la que vivo, haciendo la comida, limpiando la casa o haciendo cualquier otra cosa. –Al escritorio de todo presidente llegan problemas y decisiones que tomar. ¿Cómo es tu método de trabajo? –Cuando me llega un problema o un requerimiento, procuro no dejar pasar tiempo. Examino enseguida la cuestión con quien me la propone en persona o le escribo un e-mail o hablo con ella por teléfono para entender mejor cuáles son sus razones y qué propuesta espera de mí. El paso siguiente es contrastarlo con mis colaboradores, antes que nada con el co-presidente, y luego con los demás miembros del Centro, a veces todos juntos, cuando se trata de cuestiones de mayor importancia, otras veces con uno u otro, según la competencia específica que requiera la cuestión. Y gracias a esas consultas va madurando la conciencia de que podemos dar una respuesta que creemos que es lo que Dios quiere para la cuestión examinada, aunque sea una respuesta parcial o requiera un examen ulterior más detenido. –Has hecho pocos viajes en comparación con la difusión mundial del movimiento, ¿por qué? –Por dos razones. Al principio sugerí a todos los colaboradores del Centro que redujeran sus viajes durante este año, porque lo primero que había que hacer era construir una profunda unidad entre nosotros para así poder servir mejor al movimiento. La segunda es que yo no soy la única que viaja. Cuando viaja un consejero encargado de seguir el desarrollo del movimiento en un área geográfica, es como si viajase yo. De todas formas, estoy atenta a las circunstancias, que me manifiestan la voluntad de Dios. Por eso hasta ahora he viajado por toda Italia, a Bélgica, Holanda, Suiza y África. –Estuviste en el sínodo de los obispos sobre la Palabra, ¿qué sacaste de ahí? –Capté la gran sed que tiene la Iglesia de ver vivida la Palabra de Dios. Todos están deseosos de dar testimonio de la vida del Evangelio, pero hacerlo en medio de las realidades más variadas del mundo es un reto que los pastores de la Iglesia esperan que lo afronten los laicos. De manera que para nosotros es una invitación a un compromiso mayor en vivir el Evangelio y a dar testimonio de él. –El Consejo Ecuménico de las Iglesias te quiso recibir en el mes de marzo... –Ese encuentro se sitúa en continuidad con todo lo que hizo Chiara. La invitación vino a confirmar el deseo de estas personalidades del ámbito ecuménico de mantener esa relación de colaboración con el movimiento que ya se había instaurado con Chiara, que quieren que continúe y que es un preludio de la posibilidad de una unidad plena y visible entre las Iglesias. –La comunidad autónoma de Calabria te ha tributado especiales demostraciones de afecto. ¿Un poco de empacho quizás? –No. He aceptado de buena gana estas invitaciones a ir a mi tierra, sobre todo porque me parecía que así hacía feliz a mucha gente. Además eran ocasiones para poder hacer algo por mi comunidad autónoma y por la gente que vive en ella. El hecho de que se pusiera de relieve ante el mundo su generosidad, su capacidad de compartir, su tenacidad en las situaciones difíciles, y que la oportunidad viniese de una calabresa, me parecía importante. –En otra entrevista después de tu elección indicaste el estilo que iba a caracterizar tu presidencia: “anteponer las relaciones personales”. ¿Ha sido difícil? –Ha sido laborioso, porque es algo que no se hace de una vez para siempre, sino que requiere volver a empezar todos los días. O sea, laborioso, pero no difícil. Anteponer las relaciones sigue siendo la línea de mi actividad y de mis contactos con los demás, pero no se puede dar nada por descontado. Unos días estás más dispuesto a acoger a los demás y otras veces tienes en el corazón y en la mente situaciones anteriores que cuesta más trabajo dejar a un lado. –A tu lado está el co-presidente, Giancarlo Faletti. ¿Cómo ha sido el rodaje de una conducción compartida, aunque las funciones sean distintas? –Durante este año ha habido una constante y creciente atención para que hubiese siempre concordia y unidad entre nosotros, para que pudiésemos comunicarnos realmente las dificultades, las intenciones, los proyectos y las dudas sobre una cosa u otra. Y el fruto ha sido el testimonio de esta unidad, que se ha notado en todas las circunstancias y que ha contribuido a todo lo positivo que se ha producido a lo largo del año, conseguido con el compromiso unánime de todos. –Cuando muere un fundador, su obra suele pasar un periodo difícil. Algunas personalidades de la Iglesia estaban preocupadas por el después de Chiara... –Nosotros también estábamos preocupados, pero ahora puedo dar testimonio delante de Dios de que he visto un movimiento que ha crecido numéricamente, en las actividades que ha realizado y en el compromiso de todos. Me estoy dando cuenta de que no hay un “después de Chiara”, sino una continuidad en el movimiento que deriva del carisma de Chiara. Y esto da testimonio de la perenne actualidad del don de Dios, y asegura que mientras haya una persona que lo viva, el movimiento seguirá adelante. –¿Qué crítica sobre el movimiento te preocupa más? –Tengo la impresión de que hemos crecido demasiado rápido en las manifestaciones y expresiones externas de los Focolares. Me explico. Chiara tenía que fundar todo lo que Dios le sugería, pero nos damos cuenta de que aún no somos adecuados para desarrollar todo lo que Chiara ha hecho. La crítica está en darse cuenta de que las personas del movimiento, empezando por mí, somos carentes ante la grandeza de las finalidades de una obra de Dios. Por eso estamos llamados a entender bien qué le hace falta ahora al movimiento, con la seguridad de que Chiara ha puesto todo en marcha y ahora hay que llevarlo todo a cabo. Pero quizás no todo a la vez, ni todo enseguida. –¿Vislumbras ya algo a este respecto? –Me parece que ahora tenemos que volver a concentrarnos en el testimonio personal, en la conversión cotidiana a la vida del Evangelio, en la formación de comunidades auténticas en las que las relaciones sean vitales y fuertes de verdad. De aquí surgirán luego las grandes manifestaciones, que sirven para poner de relieve la vida. –¿Qué es lo que más consuelo te ha dado? –El ahínco de todos por compartir mi responsabilidad, pues todos me dicen: ¿qué podemos hacer para ayudarte? Por ejemplo, una niña de nueve años me ha escrito: «¡No temas! Tienes todo nuestro apoyo». Pues éste es el mayor consuelo: si una niña es capaz de darme todo su apoyo, ciertamente puedo contar con el de muchos otros. –En todas las latitudes hay gente preocupada y desorientada. ¿Qué puede ofrecerles la herencia de Chiara? –Puede ofrecerles la realidad de la familia. Ser familia y lograr que todos los que se acercan al movimiento entren en esa dimensión de familia es lo que da seguridad, da firmeza para afrontar las pruebas, los problemas y las dudas. La ausencia de la familia es lo que más se siente hoy. Cuando estuve en Bari, una periodista de televisión concluyó diciendo que Chiara «ha dejado un mensaje vigoroso: sed familia». Me gustó ese adjetivo “vigoroso”. Este vigor les da a los que se nos acercan la seguridad de algo en lo que se pueden apoyar, algo con lo que pueden contar en todo momento. –En su reciente viaje a Tierra Santa, Benedicto XVI subrayó la importancia del diálogo entre las religiones manteniendo la identidad de cada una con claridad. ¿Cuál es la aportación específica del movimiento al respecto? –Creo que es la capacidad ínsita en el carisma mismo del movimiento de establecer reciprocidad; es decir, llevar a los fieles de otras religiones a amarnos como nosotros los amamos a ellos, y así crear una relación privilegiada basada en el “amaos unos a otros”. Cuando esto se realiza, Jesús está presente y Él no se opone, no confunde, sino que ilumina. Ilumina a los otros y también a nosotros para hacernos progresar hacia esa verdad completa que Dios quiere dar a los hombres. De modo que dialogamos sin confusión, sin sincretismo y sin oposición, con una luz que nos permite a todos seguir avanzando hacia una verdad que nos trasciende. –¿Ha habido alguna situación en la que te hayas sentido especialmente inadecuada? –Sí, todos los días –y se ríe–. “Especialmente” inadecuada no me he sentido nunca, porque me siento inadecuada siempre. También ahora, mientras respondo a tus preguntas. Se trata de aceptar las limitaciones que cada uno tiene, sin preocuparse por encontrar un método para ser adecuado. Más bien lo que hace falta es vivir bien lo que Dios quiere que hagas. Yo acepto que soy inadecuada, me fío de la gracia de Dios y sigo adelante. –¿Qué haces para relajarte? –Me gusta escuchar música, especialmente la lírica y las canciones napolitanas. Me gusta pasear, estar al aire libre, pero también me gusta “enredar” en la cocina, preparando mermeladas y licores con las recetas de mi madre y de mi abuela. También me gusta hacer punto... Todo esto, y mejor si es compartido. –Y el episodio más divertido que te ha ocurrido... –Nos ocurrió a Giancarlo y a mí cuando íbamos en avión de Zurich a Duala. Giancarlo hablaba con una señora y me la presentó diciéndome que conocía algo del movimiento. La señora se dirigió entonces a mí: «Claro que habéis perdido a vuestra fundadora, Chiara...». Luego dice: «¿Cómo es la nueva presidenta? ¿Es una persona dura?». Yo no sabía qué responder, pero Giancarlo le explicó las cosas y entonces la señora, empachada, se puso de pie y no paraba de pedir disculpas por el patinazo».



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