En la breve historia de los Focolares, un hito es la figura de Igino Giordani. Él llegará a representar la apertura del naciente movimiento al horizonte de toda la humanidad.
La historia del movimiento Humanidad Nueva está íntimamente unida a la historia del Movimiento de los Focolares y a su fundadora, Chiara Lubich. De hecho, podemos decir que una fecha muy significativa es la del 13 de mayo de 1943, cuando ella decide no irse con su familia a las montañas, huyendo de la guerra, sino quedarse en la ciudad de Trento con sus primeras compañeras, con la voluntad de resolver el problema social de la ciudad, horizonte que habría de extenderse en pocos años, yendo más allá del mero asistencialismo y la filantropía, tratando de armonizar la vida social y sus relaciones.
Es fundamental en esta breve historia el que Chiara conociera a Igino Giordani, diputado y hombre de gran cultura. Él llegará a representar la apertura del naciente movimiento al horizonte de toda la humanidad, la encarnación de un ideal evangélico en la vida social, la fusión de las dos ciudades: la de Dios y la del hombre.
En 1956 nacen los “voluntarios”, laicos comprometidos que muy pronto aparecen como las personas más indicadas para aportar algo de luz en los diversos ámbitos de la sociedad en donde actúan. Por lo tanto ellos son los que constituyen la espina dorsal del movimiento Humanidad Nueva.
Poco a poco se va trabajando en distintos campos: política, economía, sanidad, educación, arte… En el año 1973 Humanidad Nueva se da a conocer con este nombre y se dispone a preparar la que será su primera gran manifestación pública, en el año 1983: “Hacia una nueva humanidad”, celebrada en el Palaeur de Roma, donde Chiara Lubich la presentará a la Iglesia y al mundo.