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Pasión por educar. Con el futuro en sus manos

Javier Rubio

Cuando la cultura de la fragmentación se impone, es el momento de reactivar las relaciones.
Profesionales de áreas tan distintas como la educación, la sanidad o la jurisprudencia pueden tener en común un mismo planteamiento a la hora de realizar un congreso conjunto: las relaciones humanas. Entrevistamos a Araceli del Pozo, profesora de Psicopatología en la Sección Departamental de Personalidad, Evaluación y Tratamiento de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. –Si nos adentramos en los “mundos” que abarca Humanidad Nueva, el ámbito educativo es uno de los más complejos y convulsos ¿Qué está pasando hoy en la educación? –En realidad no está pasando nada que no suceda en el resto de ámbitos en los que viven, trabajan y se desarrollan las personas. Existe lo que podríamos calificar como una crisis en las relaciones, propia de una cultura de la fragmentación. Quizá la educación se resiente más que otros ámbitos porque el fenómeno educativo es esencialmente relacional. En la educación, esta cultura de la fragmentación se percibe como causa de la mayor parte de los conflictos o crisis con los que nos encontramos como “educadores” (padres, profesores, etc.). El educador, por otra parte, que se ve amenazado por el silencio y el desprestigio que hoy se advierte respecto a su figura, presenta síntomas de desconcierto, mostrándose casi impotente ante el poder aplastante de los medios de comunicación, desmotivado por su escasa consideración social respecto de la opinión publica, su pérdida de autoridad frente al alumno e incluso las familias, etc. El llamado malestar docente, la crisis de la autoridad, el desencanto educativo que podemos percibir en un buen número de educadores, son en mi opinión los síntomas de un problema más profundo, propiciado por esta cultura de la fragmentación. El Santo Padre, Benedicto XVI, muy preocupado por cuestiones educativas –no olvidemos que él también ha sido profesor– ha calificado esta realidad como “emergencia educativa” (1). Y, dado el momento particular que estamos viviendo, en el mundo de la educación quizás hoy sea necesario «invertir la óptica con la que se considera la educación: de “producto social” a verdadero “motor de cambio” de la sociedad», según palabras del profesor De Beni, docente en la universidad de Verona y una autoridad en materia de educación en el ámbito del Movimiento de los Focolares.

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