Concluimos aquí esta sección de 2023, atreviéndonos a una operación subversiva y a un acto de valentía: considerar la paz posible hoy. No nos detenemos solo en el análisis del mundo contemporáneo de los telediarios, las tertulias las redes sociales. Deseamos ir más allá del principio que considera la política real o el realismo político como la única política posible, cuyo resultado está a la vista de todos. En práctica, queremos apropiarnos de la esperanza. De ello hemos hablado con Pasquale Ferrara, embajador y profesor de Diplomacia y Relaciones Internacionales, cuyo último libro1 se titula: En busca de un país inocente (la paz posible en un mundo en pedazos).
El mundo parece ir al revés, dominado por el mito del poder y la lucha por la hegemonía en las relaciones nacionales e internacionales, con nuevos conflictos, confrontaciones, polarizaciones. ¿Desde dónde cambiar el rumbo?
Que el mundo parece ir al revés no es una impresión compartida por los analistas de la política internacional. Hay quien cree, justamente, que su rumbo natural ha sido siempre lucha por el poder y la hegemonía. Es la imagen que nos llega todos los días cuando analizamos los eventos. Ahora bien, pienso que cambiar el rumbo, en primer lugar, significa cambiar nuestra manera de leer la actualidad internacional. Es verdad, hay conflictos, guerras, injusticias, pero hay también un trabajo realizado en el silencio, que no hace ruido, pero es muy importante para la cohesión de los pueblos y las naciones. Se llama multilateralismo. Debemos volver a empezar exactamente por su idea base: cada país no puede decidir por su cuenta y aisladamente. Hay desafíos que amenazan a la humanidad en su conjunto, como el cambio climático, la seguridad alimentaria, las migraciones con sus causas profundas, etc. Son todos aspectos imposible de resolver desde una perspectiva solo nacional. Hay que regresar a la idea fundamental del multilateralismo, que no equivale a burocracia internacional, ni a largos e inconcluyentes procesos. Es el arte de trabajar conjuntamente buscando soluciones compartidas en beneficio, por lo menos, de la mayor parte de la humanidad. Hoy día no existe un interés nacional con fin en sí mismo; por supuesto que hay que reconocer el interés nacional, pero solo se alcanza a través de la cooperación internacional. El gran problema con el que nos enfrentamos hoy es exactamente este: la pérdida de valor político de la cooperación internacional en las instituciones internacionales, dentro de las cuales debemos seguir intentando solucionar disputas, conflictos, discrepancias entre pueblos y Estados.
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