El profesor Nuccio Ordine, filósofo, escritor y gran experto en teoría literaria, internacionalmente reconocido como uno de los mayores expertos del pensamiento y la literatura del Renacimiento, habría quedado muy satisfecho de haber podido saludar a los responsables de la organización Mary’s Meals durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias el pasado 20 de octubre en Oviedo. Digo «habría quedado» porque no estaba, había fallecido unos meses antes. Pero quién sabe, a lo mejor también él conocía la labor que los hermanos escoceses Magnus y Fergus MacFarlane-Barrow iniciaron en 1992 y que hoy «aplicando un modelo de gestión imaginativo y eficaz permite optimizar los recursos, proporciona cada día alimentación a más de dos millones de niños en zonas de crisis alimentaria en tres continentes y estimula al mismo tiempo su escolarización». Entre comillas, la motivación del jurado para premiar a Mary’s Meals en la categoría Concordia. La técnica a la que se refiere es simple: para poder recibir la alimentación básica diaria, los niños tienen que ir a clase, lo cual representa una doble ayuda para las familias, ya que educan a sus hijos y al mismo tiempo les dan de comer.
Decía que Ordine habría estado contento viendo que hay quien se ocupa de combatir el hambre, pero sobre todo porque hay quien se ocupa de educar. Y es que él, que había sido distinguido con este premio en la categoría Comunicación y Humanidades y tendría que haber pronunciado su discurso en la ceremonia de entrega, habría hablado de eso, de educación. Con todo, su palabra no nos ha faltado porque la web de la fundación que sostiene los Premios Princesa de Asturias (https://www.fpa.es/es/premios/) recoge su discurso póstumo, en el que justamente hace una defensa incondicional de lo que implica el hecho educativo. Reproduzco aquí solo un fragmento que precisamente tiende una mano a Mary’s Meals. «Tras décadas de neoliberalismo en las que los continuos recortes en la financiación de escuelas y universidades han hecho peligrar gravemente el papel y el futuro de la educación pública, he dedicado gran parte de mis energías humanas e intelectuales a defender la función esencial de la educación para el futuro de la humanidad. No puede haber ni mérito ni justicia en una sociedad que no brinde a todos una educación digna».
Probablemente a Ordine también le habría gustado conocer la historia del keniano Eliud Kipchogue, premiado en la categoría Deportes. Este atleta, reconocido como «referente del atletismo mundial y mejor corredor de maratón de todos los tiempos», cuando era niño todos los días corría tres kilómetros para ir a la escuela. Actualmente es promotor de una fundación cuyo objetivo es facilitar a los niños el acceso a la enseñanza y la tutela del medio ambiente. A Kipchogue le tocó en suerte pronunciar un discurso, en ausencia de otros, ya que Hélène Carrèrre D’Encausse, premiada en la categoría Ciencias Sociales, había fallecido en agosto, y el japonés Haruki Murakami, categoría Letras, no es una persona a la que le guste hablar en público. Las palabras de Kipchogue destilan perseverancia: «Correr un maratón es una celebración. Un momento en el que te aplauden por las infinitas horas de dedicación, disciplina y pasión que has invertido en tu entrenamiento hasta alcanzar ese momento. Seas un atleta profesional como yo, el dueño de un negocio o un padre soltero, todos hemos tenido que encontrar tiempo en una agenda apretada para perseguir un sueño […]. Mis compañeros de equipo y yo establecimos la tradición de plantar un árbol para celebrar nuestros éxitos. Ya que, una vez alcanzada la meta, el momento de gloria es fugaz, pero la alegría que produce el crecimiento de un árbol dura muchas vidas».
Es un alivio mirar la situación internacional desde la cima de observatorios como son los jurados de los muchos premios que hay en el mundo. Además de poder conocer iniciativas que ponen a la persona y sus problemas en el centro de su actividad, tienes también la posibilidad de escuchar palabras de gran calado. El médico chileno Luis Pizarro, director ejecutivo de la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas, recogió el premio en la categoría Cooperación Internacional y quiso concluir sus discurso, cuajado de valientes testimonios, en clave de esperanza: «Trabajando estrechamente con socios en todo el mundo y en especial en los países afectados, nuestra organización ha logrado desarrollar doce nuevos tratamientos para los pacientes olvidados. No es una exageración decirlo: ¡todos juntos hemos salvado millones de vidas! Juntos, estamos demostrando que un modelo de investigación y desarrollo sin fines de lucro, basado en las necesidades de los pacientes, es posible».
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