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Por una Europa que marque la diferencia

Maria Rosa Logozzo

A finales de julio se llevará a cabo la segunda Mariápolis Europea, en varias sedes simultáneamente. Los lectores ya conocen qué es una Mariápolis, pero quizás no saben que detrás de esta también hay un Proyecto Europa. 


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El 7 de mayo participé por primera vez en el Día de Puertas Abiertas del Parlamento Europeo. El palacio de Berlaymont, sede de las oficinas de la Comisión Europea, estaba lleno de gente de todo país, edad y condición social. Muchos niños con sus padres en una fiesta de colores, sonidos, imágenes y juegos sobre tema europeo. Pude escuchar a tres jóvenes, portavoces del proyecto Youth Talks, cuya finalidad es que los jóvenes hablen a los jóvenes para que sean agentes de cambio1. Judith, de Hungría, habló de democracia; Anna, ucraniana, de solidaridad, y Gaffar, de Singapur y residente en Holanda, de multiculturalidad. Su envolvente estilo comunicativo y la lectura que hicieron de la sociedad me cautivaron, dejándome una gran esperanza por el futuro. Para estos jóvenes Europa no es un conjunto de reglas económicas o sociales, sino un territorio abierto, la realidad en la que viven.
Hace cuatro años se creó en Bruselas un focolar al servicio de lo que llamamos Proyecto Europa. En el último agosto se trasladó, reestructurándolo, a lo que había sido una pizzería, en el centro del barrio europeo. Ahí vivimos cinco representantes de varias zonas de Europa, y colaboran con nosotras algunos amigos que trabajan en las instituciones europeas o en ámbitos relacionados, y que desean comprometerse por una Europa que marque la diferencia. Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, había asumido la visión Juan Pablo II sobre Europa: desde el Atlántico a los Urales, y quería contribuir a darle un alma. En 2004, en Stuttgart (Alemania), se dirigió a Movimientos de distintas denominaciones cristianas que forman parte de Juntos por Europa2 y les habló de «Una Europa unida por un mundo unido»3. Ahí está la raíz del Proyecto Europa. También nos ha inspirado la idea de Europa4 que tenía Mons. Aldo Giordano, prematuramente fallecido en diciembre de 2021, a los pocos meses de ser nombrado nuncio ante la Unión Europea. En su último discurso, cuando aún no se hablaba de guerra en Ucrania, dijo: «Hoy la cuestión de una Europa en defensa es fuerte, pero el horizonte de la defensa es la paz. Cuando se habla de defensa, siempre me espero una referencia explícita a la paz»5.
¿Cómo se articula concretamente el Proyecto Europa? Aún estamos al principio. Compartiendo entre nosotros ideas y puntos de vista, tratamos de identificar el camino a recorrer. Antes que nada queremos  ser una «casa que acoge». Nuestras puertas están siempre abiertas a quien ha dejado su país para venir a trabajar en las oficinas de las instituciones o en la Escuela Europea. Abiertas también a ámbitos como el Movimiento Político por la Unidad o la ONG New Humanity, y también a personas que vienen a Bruselas puntualmente.
En 2019 tuvo lugar en Fiera di Primiero (Italia) la primera Mariápolis Europea. Para el Proyecto Europa fue una buena ocasión de encontrar y escuchar a personas de muchas partes. Allí experimentamos en carne propia las dificultades y los retos de ser distintos, pero todavía nos queda en el corazón el calor de la fraternidad lograda. Ese ejercicio de descubrir y aceptar las diferencias sigue activo en lo que llamamos «diálogo multipolar», o sea, encuentros entre miembros de los Focolares en Europa de distintas convicciones políticas y éticas, en los que se lleva a cabo la escucha recíproca sin prejuicios ni preconceptos. 
Una imagen que expresa el papel del Proyecto Europa es la antena de comunicaciones. Tratamos de dar a conocer hasta las periferias lo que se vive a nivel europeo y, viceversa, quisiéramos enviar a las instituciones europeas ideas e iniciativas elaboradas. Por ejemplo, hemos informado sobre la cultura de los Focolares a las agencias de diálogo a propósito de la Conferencia por el Futuro de Europa, con el fin de invitarlas a dar una aportación a los temas que se iban a debatir. 
También nos interesa colaborar con otras instancias que, como nosotros,  quieran trabajar también por Europa, o promover valores en los que creemos. Participamos en los encuentros interreligiosos In Touch y recientemente hemos colaborado en una exposición de arte de Michel Pochet en la catedral de Bruselas, exposición que mostraba, en tiempos de guerra, la misericordia de Dios y su participación en el sufrimiento humano. 
Decía David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo que falleció en enero: «Europa puede hacer una cosa; no puede cambiar el mundo, puede ayudar a cambiar el mundo. Pero nuestra mirada será muy importante, no somos un continente marginal. Las polémicas, las críticas, que también son justas, no deben nunca rebajar el nivel de nuestras ambiciones, que no consisten en guiar según nuestra mentalidad las dinámicas del mundo, sino contribuir con reglas que se basen en valores: el valor de la persona, el valor de la comunidad». Estas palabras, que dirigió a los jóvenes de United World Project, son para nosotros como un legado, nos invitan a no ceder y seguir manteniendo altos nuestros objetivos. 
Concluyo invitando a todos al Proyecto Europa, porque es de todos. Construyámoslo juntos. Podéis contactarnos en: 
project.europe@focolare.org.




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