«Es indudable que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra (…). La escala de los cambios recientes acontecidos en el sistema climático (…) no tienen precedente en los últimos cientos de miles de años».

 

Con estas palabras comienza el último informe de evaluación sobre el clima que uno de los grupos que constituyen el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó el pasado mes de agosto. El informe, que servirá de base para la evaluación global sobre el clima que el IPCC presentará en 2022, muestra un panorama preocupante. Panorama con el que se ha celebrado la última Cumbre Internacional sobre el Clima (COP-26) y cuyas conclusiones serán presentadas en el número de enero de Ciudad Nueva.

La Tierra nunca ha estado tan caliente en los últimos 125.000 años y, lo que es peor, la velocidad a la que se está produciendo el calentamiento no tiene precedentes en los últimos 150 millones de años.

 

El sistema climático es muy complejo. A lo largo de la historia del planeta, la temperatura global ha aumentado y disminuido en respuesta a diversos factores. Los más importantes han sido la deriva continental, las variaciones de la órbita terrestre y la concentración de gases de efecto invernadero, en particular el dióxido de carbono (CO2) que retiene el calor y hace que la Tierra sea habitable. Dado que el calentamiento está ocurriendo con una inusitada rapidez no es posible achacarlo a los dos primeros factores y sí a la acumulación excesiva de este tipo de gases producidos, principalmente, por la quema de los combustibles fósiles.

 

¿Cuál es la situación climática actual en base al informe del IPCC?, ¿qué remedios se pueden adoptar?, ¿hasta cuánto subirán las temperaturas si seguimos al ritmo actual de producción de emisiones?  La temperatura global de la Tierra ha aumentado alrededor de 1,09 ºC en el período 2011-2020 en comparación con la era preindustrial. Parece poco, pero a nivel global es una cantidad muy significativa debido al calor almacenado en los océanos. 

 

El informe del IPCC pone de manifiesto que las recientes sequías y olas de calor habrían sido altamente improbables en ausencia de la intervención humana. Otros cambios causados probablemente por la influencia humana son el incremento de fenómenos climáticos extremos, el retroceso de los glaciares, o el aumento del nivel del mar. Algunos de estos cambios, en particular los que atañen al nivel del mar o a la disminución del hielo en los casquetes polares, son irreversibles y continuarán durante cientos de años (si no milenios). De hecho, Londres o Nueva York ya están preparando presas para protegerse. 

 

El Acuerdo de París firmado en la cumbre climática de 2015 comprometía a las partes firmantes a mantener el calentamiento global por debajo de los 2º C y a realizar los esfuerzos para mantenerlo por debajo de los 1,5 ºC. Para ello, las emisiones, en términos netos de CO2, debían anularse para el 2050.

 

La situación actual es complicada. El IPCC, en el mejor escenario (que los gobiernos recorten fuertemente las emisiones), prevé que en los próximos años se sobrepase el umbral de los 1,5 ºC.

 

Aun así, todavía se está a tiempo, si no de frenar totalmente, si paliar y ralentizar los efectos sobre el clima. Para ello, no debemos desdeñar ninguna tecnología, ni siquiera la nuclear. Sin olvidarnos de las necesarias transferencias económicas y tecnológicas que ayuden a los países pobres o en vías desarrollo a cumplir los compromisos de emisiones. Asimismo, quizás, a nivel individual, sea necesario reflexionar sobre el consumismo imperante y analizar si nuestras acciones son responsables con el cuidado de nuestro entorno.