Para algunos economistas, esto no es más que un ciclo. Ha terminado un largo ciclo de prosperidad y empieza otro de recesión. Igual que el sueño del faraón interpretado por José: años de vacas gordas, años de vacas flacas.
Querer mantener un crecimiento económico continuo nos ha hecho incurrir en una serie de errores que nadie ha detectado ni podido evitar. Las famosas hipotecas subprime, concedidas a personas sin capacidad para pagarlas, y la globalización han propiciado que los riesgos asumidos se propagasen a todo el sistema financiero. Pero para llegar hasta aquí se han tenido que producir varios errores: primero, conceder hipotecas no recuperables; segundo, que éstas se titulicen y transmitan a otras entidades financieras que no sabían qué compraban (?!); y finalmente, que los reguladores del mercado financiero no hayan detectado y exigido la provisión de estos riesgos. Ya lo dice el refrán: la avaricia rompe el saco.
Por lo que a España respecta, la promoción inmobiliaria había tocado techo en 2007, pues se pusieron en venta 800.000 viviendas, cuando la oferta anual rondaba las 400.000. Además disminuyó la demanda (en el verano de 2007 casi se paralizaron las ventas) y se produjo el hundimiento del sector, que se ha ido paralizando a medida que finalizaban las promociones en marcha.