El Tratado de Maastricht (1992) creó la ciudadanía europea, superpuesta a la ciudadanía de cada uno de los Estados Miembros, con unos derechos específicos. Así, los ciudadanos europeos pudimos complementar los derechos que las constituciones y leyes de los Estados nos conferían con los derechos de ciudadanía europea. Estos derechos, vinculados a tener la nacionalidad de cualquier Estado Miembro de la Unión, se regulan en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE (2000) y son los siguientes:
–Derecho a ser elector y elegible en las elecciones al Parlamento Europeo y en las elecciones municipales, en cualquiera de los Estados de la UE.
–Derecho a una buena administración, incluyendo garantías en nuestras relaciones con las autoridades (derecho a ser oído, a acceder a los expedientes administrativos que nos afecten, a que las decisiones estén motivadas, a recibir reparación si la administración europea lesiona nuestros derechos y a dirigirnos a las Instituciones europeas en la lengua de nuestro Estado y recibir la respuesta en la misma lengua).
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