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Adolescentes buenos, felices y aplicados

Pilar Escotorín


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La suspensión de actividad causada por el estado de alarma ha dado lugar a muchos cambios en nuestra vida, y en muchos casos en nuestra forma de trabajar. 
 
Muchos estudios están mostrando que ayudar a otros no sólo aporta beneficios a la persona ayudada sino al propio autor o autora de la acción. Un estudio muy interesante con preadolescentes muestra que, después de ayudar a otros, además de aumentar el bienestar mejora también la aceptación de los pares respecto al autor de esta acción.
 
Los autores de este estudio1 empiezan diciendo que los principales deseos de los padres y las madres son que sus hijos e hijas sean felices, buenas personas y apreciadas por los demás. Pero esto no siempre es fácil, porque las relaciones interpersonales son complejas y la adolescencia, al ser una edad de cambio y de tránsito en búsqueda de identidad, puede hacer que los adolescentes se sientan más inseguros de sí mismos y de los demás.
 
Los hallazgos de este estudio sugieren que estos objetivos pueden no solo ser compatibles sino también recíprocos. En un experimento longitudinal, realizado en diecinueve aulas en Vancouver, se instruyó a niños de entre 9 y 11 años para realizar semanalmente tres actos prosociales durante cuatro semanas. Otros, durante las mismas cuatro semanas, tenían que visitar tres lugares.
 
Los estudiantes en ambas condiciones, los viajeros y los prosociales, mejoraron su bienestar, pero lo más interesante es que los estudiantes que realizaron acciones prosociales experimentaron aumentos significativamente mayores en la aceptación de sus compañeros (popularidad sociométrica) que los estudiantes que visitaron lugares.
 
El aumento de la aceptación de los pares sabemos que es un objetivo crítico, ya que está relacionado con una variedad de resultados académicos y sociales importantes, incluida la menor probabilidad de ser intimidado por otros, ser víctima de acoso, etc.
 
Mi interpretación de estos resultados es que los estudiantes que han hecho acciones prosociales han aumentado su sentimiento de ser eficaces y, al ser autores de ayuda para otros, han experimentado el impacto positivo que tiene la acción de ayudar. Beneficiando a otros, experimentan la gratuidad, se sienten parte de una red, aprenden que apoyando a otros generan relaciones de confianza y disminuye su soledad existencial (nadie me quiere, nadie me acepta, nadie me encuentra interesante).
 
Los autores sugieren que los maestros y tomadores de decisiones en los colegios pueden aprovechar este estudio introduciendo actividades prosociales intencionales en las aulas y recomendando que dichas actividades se realicen de manera regular y con un propósito.
 
 
 
1) Layous K, Nelson SK, Oberle E, Schonert-Reichl KA, Lyubomirsky S (2012): «Kindness Counts: Prompting Prosocial Behavior in Preadolescents Boosts Peer Acceptance and Well-Being». PLoS ONE 7(12): e51380. doi:10.1371/journal.pone.0051380




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