«Qué me dice de la pasión de mi marido por internet. No tiene tiempo más que para el ordenador. Apenas llega a casa se conecta, y vuelve en cuanto termina de comer. Va pasando de un sitio a otro, según le dicte la curiosidad, conociendo problemas y gentes lejanas, pero no sabe nada del vecino. Yo pienso que los medios de comunicación deben ser eso, “medios”, no comecocos».
Si el que hubiera escrito fuese su marido, le habría sugerido que abra los ojos a la absurda soledad que sufre su mujer; pero a usted hay que decirle que “reconquiste” a su marido, procurando transformar a su rival, internet, en una posibilidad de entendimiento.