Somos lo que comemos, pero también lo que respiramos, e inspiramos un aire muy contaminado que produce más de 30.000 muertes prematuras al año, el doble de lo estimado hace un década. Los informes sobre calidad del aire y salud son muy claros. El de Contaminación atmosférica en las ciudades 2019, de la Organización de Consumidores OCU, revela que las partículas en suspensión que penetran en nuestros pulmones superan los límites establecidos por la legislación de calidad del aire en Madrid, Valencia y Barcelona, siendo esta última la que presenta unos niveles más altos.

 

Tanto Madrid como Barcelona han vivido ya preocupantes picos de contaminación que han obligado a tomar medidas extraordinarias y restrictivas. Medidas aisladas. Para 2050 la Unión Europea quiere conseguir el objetivo cero emisiones netas. Para entonces, España busca ser totalmente renovable y haber reducido sus emisiones de carbono en un 90%. Estamos lejos de esa realidad, pero ¿algo está cambiando?

 

«Vivimos en Cartagena, una ciudad pequeña. Cuando llegamos –nos cuenta Paco– pensamos en comprar un dúplex en una urbanización, por aquello de la calidad de vida. Pero pensando en profundidad, elegimos un piso en la ciudad para desplazarnos a pie, estar más tiempo en casa y reducir tiempos “de transición”. Somos seis, con una hija con un problema severo. El coche pasa la semana en el garaje». Margarita y sus compañeras van a empezar a vivir en Gerona y han decidido buscar un piso céntrico por el mismo motivo: ir caminando a todos los sitios, por sostenibilidad y por salud, ¡Nada como mover las piernas! Sole, vive en Madrid y en su familia han vendido el segundo coche porque han decidido ir en transporte público.

 

Son algunos de los testimonios recogidos que dejan entrever que aumenta la concienciación, pero ¿es suficiente? Según Mónica Vidal, directora del área de Política y Acción Climática de ECODES, no: «Las soluciones para abordar el problema son tan gigantes, es un cambio tan trascendental en la vida de las ciudades que es muy complicado darlo. El problema principal de estas muertes prematuras residen en las emisiones de óxido de nitrógeno (NOX) no en las de dióxido de carbono (CO2) y estas provienen directamente del consumo de diesel. En España los intentos de reducción de este combustible por parte del gobierno chocaron con la industria automovilística y la ministra Teresa Ribera tuvo que echarse atrás. Si fuéramos conscientes estaríamos apoyando las medidas que tibiamente se han intentado poner en marcha».

 

El paso hacia vehículos eléctricos y de hidrógeno no sólo disminuiría las emisiones contaminantes sino que sería una fuente de riqueza. Podría incrementar el PIB nacional en 3.191 millones de euros y crear más de 23.000 empleos netos en España, según el estudio Repostando hacia el futuro 2018 realizado por Cambridge Econometrics y coordinado por las ONG Transport & Environment y ECODES.

 

Datos interesantes teniendo en cuenta que España es el segundo mayor productor y el quinto mercado de automóviles de Europa. Y es que la solución pasa por el transporte, pero de los veintiocho Estados miembros, solo cinco tienen metas acordes con el objetivo 2050. Para Mónica Vidal la transición pasa por facilitar el cambio al consumidor: «En Holanda o Noruega ya están en ello. En este último país, la tasa de compra anual del vehículo eléctrico es del 30%, elevadísimo comparado con otros países, y es que no pagan IVA al comprarlos. Y si se tiene una red de recarga acorde, pues se logra tener uno de los mayores parques automovilísticos eléctricos de Europa. Junto al cambio de mentalidad social hace falta que los políticos asuman la responsabilidad que tienen porque no hay vuelta atrás posible», concluye.

 

Además, la contaminación no sólo afecta a las ciudades, también a la agricultura. Italia y España son los dos países europeos con mayores daños de contaminación por ozono, que afecta a dos terceras parte de la superficie cultivada, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. El ejecutivo que salga de las próximas elecciones tiene aquí un inaplazable caballo de batalla. Se acumulan los motivos y sobran las excusas.