Durante la experiencia del 49 la acción del Espíritu Santo le permite a Chiara intuir cómo es la «vida del Espíritu Santo», es decir, plenitud de unción, felicidad, consuelo, luz y amor. En otras palabras, la experiencia de ser «otro Cristo», hijos y herederos de Dios. Tal comprensión es una gracia que a veces se concede a los fundadores para que sean conscientes del inmenso don de Dios, y así ayudarlos a echar raíces en la fe y en la esperanza que no defrauda.